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Lounge Bar Aiguaclara
© Hotel AiguaclaraLounge Bar Aiguaclara

Los 21 sitios más bonitos de la Costa Brava

Jardines escondidos, mercados, cafés que hay que descubrir... Los sitios más alucinantes del litoral gerundense

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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La Costa Brava está llena de rincones espectaculares. Playas, bares, jardines, castillos... Tenemos mucho dónde escoger. Nos ha costado decidirnos, pero estos son, para nosotros, algunos de los sitios más bonitos del litoral gerundense.

Botiga de l’Anxova
© Nituwood

Botiga de l’Anxova

A pie de playa, en la calle Santa Màxima núm. 3 de la Escala, se esconde un pequeño tesoro: La botiga de l’anxova, donde Joan Gardella bajo la marca comercial Nituwood vende sus creaciones únicas de madera (letras de diferentes tipografías, animales, mesas de cocina, objetos decorativos...). Si queréis hacer un regalo original o proponemos que le encarguéis el nombre del homenajeado en madera con la tipografía que más os guste, os aseguramos que no os decepcionará. Sus productos también los podéis comprar en la plataforma digital Dawanda pero te recomendamos que te escapes a la playa de la Escala, ves cómo ha quedado la zona peatonal y descubras qué se esconde dentro de esta tienda, que también vende productos de la tierra y algunos objetos vintage (mapas antiguos de colegio, molinillos de café, máquinas de escribir, garrafas...).

Chiringuito de Cala Jóncols

Chiringuito de Cala Jóncols

Si hubiera un ranking mundial de chiringuitos, éste estaría en los puestos de honor. Y es que, quizá, y sin ánimo de ofender ninguna sensibilidad, estamos delante del hotel de playa perfecto. Una casa modesta que a penas destaca en medio del paisaje lunar del Cap de Creus, rodeada de pinos y olivos, alejada del mundo y sin cobertura móvil: incluso hay pocos televisores, ¿quién los necesita? Para completar el cuadro tenemos tres generaciones de una misma familia que se encargan del lugar y se prestan –habiendo una abuela, no podía ser de otra manera– a hacerte otro plato si no te gusta el menú del día. Pero nuestro tema es el chiringuito: funciona desde 1981, entre los meses de junio y septiembre aproximadamente, y es chic sin pasarse, tiene 'groove' sin ser un antro de modernillos y mantiene un punto de sitio de picnic en familia que le acaba de dar el toque. Los viernes y sábados de verano hay Djs y música en directo. Hay que conducir por un camino de cabras para llegar y, sobre todo, no utilicéis el GPS porque os perderéis; pero vale la pena. Mucho.

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El carrusel de Lloret de Mar
© Lloret de Mar

El carrusel de Lloret de Mar

En la avenida Just Marlés de Lloret de Mar encontramos discoteca tras discoteca y las noches de verano son un no parar de gente que entra a unas y sale de otras, que se conoce, que ríe y que convierte este antiguo arroyo cubierto en una de las vías más animadas de toda Europa. Esto gusta a unos y no tanto a otros, pero no se puede decir que la calle no ofrezca también pequeños lugares de retiro para quienes esquivan a los adolescentes en busca de sexo y marcha. En la plaza Pere Torrent encontramos un carrusel de apariencia antigua que nos lleva por un momento hasta las Tulleries parisinas con sus tonos rosados y música suave. Hacerse un selfie ante esta bonita atracción es una manera como otra de decir que hay muchos Lloret dentro Lloret y que quien se queda sólo con las copas baratas y los hoteles masificados es porque así lo quiere.

El núcleo antiguo de Peratallada
© m. letschert - shutterstock.com

El núcleo antiguo de Peratallada

¿Quién no ha ido de pequeño, con la familia, de visita a Peratallada? Pues si no habéis ido, nosotros lo tenemos claro: hay que verlo. Es, como dice Adrià Pujol Cruells en la 'Guía sentimental del Empordanet' nuestro Carcassone: "un poco demasiado restaurada pero con muchos menos restaurantes y tiendas de quincallería caballeresca". Sin embargo, tampoco podía faltar. Peratallada es uno de los núcleos de arquitectura medieval más importantes de Cataluña, –de hecho fue declarado conjunto histórico-artístico y Bien Cultural de Interés Nacional–, y, como sabemos, todavía conserva su antiguo aspecto feudal, las murallas, torres y castillos. Es de foto.

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Gola de Ter
© DagafeSQV

Gola de Ter

Hay playas que se han de ver, vivir y disfrutar. Un buen ejemplo es esta. Gola de Ter o la playa de la Fonollera es una de las playas más tranquilas de la Costa Brava. Y, a la vez, una de las más singulares ya que es donde desemboca el río Ter de manera que podemos pisar, al mismo tiempo, agua dulce y agua salada. De hecho, a medida que nos acercamos al mar, podemos observar como el río forma lagunas en la propia arena. Ahora a este paisaje idílico sumadle la majestuosa presencia de las Islas Medes al fondo. Eso sí, no esperéis encontrar duchas ni chiringuitos, en Gola de Ter la única presencia humana nos llega a través de varias masías bastante lejanas. En definitiva, una auténtica delicia que te obliga a preguntarte: "¿De verdad hay que coger un avión para ir a una playa del Caribe?".

Templete de Linné
Jardí Botànic Marimurtra

Templete de Linné

El Jardín Botánico Marimurtra de Blanes ya es un buen motivo para acercarse a pasar un día en esta villa marinera. Sus cinco hectáreas se descuelgan desde el cerro de Sant Francesc hasta los acantilados de Sa Forcanera en un paseo por la flora de todo el mundo que termina, como no podía ser de otra manera, en un jardín mediterráneo frente al mar. Es en esta parte, la del jardín mediterráneo, donde encontramos un pequeño mirador en forma de templo de inspiración clásica dedicado a Carl von Linné, el botánico que sistematizó la nomenclatura de las especies. En verano se hacen cenas y conciertos; también podemos reservar lugar para celebraciones privadas. No queremos menospreciar ninguno de los maravillosos rincones del jardín pero consideramos que un selfie aquí, tal vez en compañía de la persona amada, es una gran manera de recordar para siempre un día de amor... y también de motivar envidia en las redes.

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Cala Bramant
© Cinto Soler

Cala Bramant

Más conocida como Cala de los Enamorados, esta pequeña cala es una especie de sellado de mar que se retuerce rodeando el mar y formando, ahora sí, una pequeña piscina natural. No sólo es un rincón idílico y bastante tranquilo, también ofrece unas vistas alucinantes de Llançà, el Port de la Selva e, incluso, el Cap de Creus. Una pequeña y desconocida joya. Para llegar lo mejor es ir en barca o kayak a través de una abertura que la enlaza con el mar, pero si os atrevéis también podéis acceder a pie. Con buen calzado, eso sí.

Cala dels Frares
© Juan Novakosky

Cala dels Frares

Hay playas que se han de ver. Playas donde apenas podemos tomar el sol pero que hay que pisar. Una de ellas es la cala dels Frares. Un conjunto de rocas de formas alucinantes que, año tras año, atrae a un montón de amantes de la fotografía. No tiene ningún servicio y es completamente natural pero es totalmente adictiva: una vez te bañas en este idílico entorno es difícil aceptar remojarse en otras playas. De acuerdo, tal vez exageramos pero la cala dels Frares se tiene que vivir. ¿Cómo se accede? Se puede llegar desde el camino de Ronda que comienza en la playa de Lloret y atraviesa Sa Caleta.

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Sant Pere del Bosc
© Roger Gabarro

Sant Pere del Bosc

Lloret de Mar sabe explotar como nadie sus atractivos turísticos. Este paraje es un lugar perfecto para pasear haciendo un recorrido silvestre y admirar una de las construcciones más excéntricas de Puig i Cadafalch: Sant Pere del Bosc, que desde hace más de 1.000 años ha sido monasterio, asilo, finca noble de un indiano que se hacía llamar conde de Jaruco. Pero a la vez es el símbolo del Lloret más chic que busca dejar atrás el estigma de destino de turismo barato. El edificio alberga hoy en día un lujoso hotel y un reputado restaurante de cocina de vanguardia. Durante las noches de verano, también hay chiringuito en el jardín. Pese a las luces y el lujo, de noche no puede evitar un marcado carácter misterioso. Un lugar mágico.

El Patio de la Estrella

El Patio de la Estrella

Si pudiéramos buscar en el diccionario la definición de 'vermutería con encanto' estamos convencidos de que al ladro saldría la foto del Patio de la Estrella. Una antigua vermutería los años 50 reconstruida con muy buen gusto. Los propietarios han convertido el espacio en un patio bohemio y acogedor con una carta repleta de vermuts, cervezas, tapas y combinados. ¿Necesitáis más motivos para ir? Triunfaréis en instagram y, además, podréis subir la foto desde allí porque tienen wifi.

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Cala Tavallera
© Carles Palacio

Cala Tavallera

El punto más oriental de la Península Ibérica –aunque fuera Alicante quien se apropiara del eslogan 'Amanecer de España'– es también la parte más salvaje de la Costa Brava, una auténtica Finisterre tan espectacular como traidora, sembrada de ruinas de hace mil años y todavía muy celosa de sus secretos mejor guardados. Uno de ellos, que compartiremos generosamente con vosotros, es la Cala Tavallera, situada a unos dos kilómetros del Port de la Selva pero sólo accesible a pie a través del GR11, el sendero que conecta el Mediterráneo con el Atlántico. En algunos blogs y guías aseguran que es accesible en 4x4, pero de toda la vida la forma más segura para llegar sin dejarse los cuernos ha sido mediante una caminata de unas dos horas que culmina en un merecido premio: una cala prácticamente desierta en verano y en invierno, donde hay un refugio para pernoctar y los amaneceres saben a nacimiento de un mundo nuevo. El fondo marino es espectacular y cuenta con una espesa pradera de posidonia. En pleno verano se reúnen muchas pequeñas embarcaciones, pero a principios o finales de temporada seguro que no os encuentra nadie. Para asegurarse de que el refugio está en buen estado y disponible, lo mejor es llamar al ayuntamiento.

La Devesa de Tor
© La Devesa de Tor

La Devesa de Tor

Que no te lo cuenten: el encanto de la Devesa de Tor se debe sentir en la propia piel. Id al pequeño pueblo ampurdanés y adentraos en esta masía del siglo XVI restaurada. La ambientación os llevará a un espacio-tiempo indefinido, exótico y sensual, de donde no querréis volver. Pasad por cualquiera de las salas de nombre sugerente (la Cueva, la Íntima, la Clandestina, el Cielo...) y, si vais bien acompañados, preparaos para una velada romántica de hilo musical 'chill-out' y luz de velas. Os encantarán los brebajes como el Elixir del Caribe, las Burbujas Exóticas, el Cupido o Marilyn, así como la selección de ginebras con las tónicas más sofisticadas, las cervezas y las bebidas sin alcohol. Y, si tanto misticismo os abre el apetito, acompañadlo de un surtido de embutidos ibéricos, quesos de la zona o foies. Se os quedará grabado en la memoria.

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Casa-Museo Salvador Dalí

Casa-Museo Salvador Dalí

Josep Pla lo tenía claro: "No creo que haya otro, en este país ni en muchos otros países, como él". La Casa-Museo Dalí es una pequeña casa de pescadores, ubicada en Portlligat, donde el pintor vivió y trabajó habitualmente desde 1930 hasta la muerte de Gala, en 1982. Por dentro, tiene una estructura laberíntica y un montón de pequeñas salas, y, además, la decoración está formada por objetos inconexos que Dalí fue coleccionando. Por fuera, destaca el huevo gigante encima del tejado ya que, según el artista, se trataba de una casa "intrauterina". Por cierto, por la casa, convertida en museo desde la muerte de Dalí, pasaron personalidades de la época como Walt Disney o la Duquesa de Windsor.

Cala Banys
© Cala Banys

Cala Banys

Sin duda es el bar más bonito de toda la Costa Brava y un lugar ideal para ejecutar el tramo final de una seducción premeditada. Durante el día podemos disfrutar de las vistas sobre un mar azulísimo y las rocas de la Cala Banys bajo nuestros pies. Por la noche, el lugar se convierte en íntimo y romántico y, a pesar de estar a cinco minutos del centro de Lloret, sólo escucharemos el rumor del agua y de las voces de las parejas enamoradas. Las copas son de altísima calidad. Un lugar inolvidable y obligatorio para descubrir el otro Lloret.

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Ca la Pilar Dumingu

Ca la Pilar Dumingu

A pesar de los estantes repletos de revistas 'National Geographic', en Ca La Pilar Dumingu no pueden esconder sus orígenes: los sifones de Casa Negre y el muestrario de cerámica de los lavabos los delatan sin piedad. La autenticidad de este bar-cafetería de la plaza Mayor de La Bisbal es innegable: se ubica en una histórica tienda de comestibles de suelo hidráulico y techos altos, con el encanto de aquel que reconoce el pasado para vivir el presente y el futuro con ilusión. Las mesas largas y próximas denotan el ambiente familiar de los que se reúnen a hacer el vermut, la cerveza –con diversas variedades de artesanas–, o una de las infusiones guardadas en botes de boticario (tened en cuenta la de ratafía y el té rojo con flor de naranjo). Y si tenéis hambre, ¿qué os parece un bocadillo de butifarra de perol con cebolla caramelizada o de berenjena con queso azul y avellanas? Suena bien, ¿verdad?

Lounge Bar Aiguaclara

Lounge Bar Aiguaclara

Confort, elegancia, estilo... Sólo son algunas de las etiquetas que definen el Lounge Bar del hotel Aiguaclara de Begur, ubicado en un palacete colonial de 1866. Aquí, las calurosas noches de verano de la Costa Brava se refrescan con mojitos, gin-tonics, tés a la menta y tapas para todos los gustos. Tanto si estáis de vacaciones como de escapada de fin de semana, con la pareja o los amigos, coged la copa y dejaos llevar por la música ambiental y la decoración vintage –sofás de palets, mesas de mármol, botellas de sifón, velas y puntos de luz que difuminan el ambiente–. En definitiva, un antídoto infalible anti rutina, anti dolores de cabeza y antiestrés.

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C-roack

C-roack

Situado en el centro de Begur, el C-roack es uno de los bares de copas con más encanto e historia de la ciudad y donde se toman la música con la seriedad que se merece. Terraza, gin-tonics, vinilos, cócteles, DJ y mucho más es lo que podréis encontrar en este bar.

Bar-Restaurante Aeroclub Empordà
© Aeroclub Empordà

Bar-Restaurante Aeroclub Empordà

Tendréis que caminar o incluso coger el coche para ir a la playa, pero lo vale. El Bar-Restaurante del Aeroclub Empordà es, sencillamente, el local de moda. ¿Por qué? Primera razón: está situado en un entorno alucinante: en medio de la naturaleza, en la escuela de vuelo de Torroella de Montgrí. Segunda razón: parece sacado de 'Memorias de África'. Tercera razón: hay sesiones de DJs, música en vivo, buena comida y buenos cócteles. La mejor hora para ir es, sin duda, cuando el sol se empieza a poner, y con la batería del móvil bien cargada porque el paisaje es sencillamente espectacular. Se tiene que ver y vivir.

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Castillo de Peralada

Castillo de Peralada

El castillo de Peralada, construido en el siglo IX con el nombre de Castillo Toló, fue el centro del condado de Peralada y, actualmente, está declarado Bien Cultural de Interés Nacional. El actual palacio se construyó después de un incendio durante la invasión francesa del Empordà, en la cruzada contra Cataluña de Felipe el Atrevido, el año 1285. Hacia el siglo XIV se comenzó a construir el palacio gótico, aunque se conservan pocos vestigios de la construcción original ya que ha sido restaurado en varias ocasiones. El palacio fue adquirido en 1923 por Miquel Mateu i Pla. Actualmente la propiedad sigue en manos de la familia Mateu y, durante los meses de julio y agosto, los jardines permanecen abiertos con motivo del Festival Castell de Peralada.

Castellfollit de la Roca
© funkyfrogstock - shutterstock.com

Castellfollit de la Roca

Castellfollit de la Roca se alza sobre una espectacular pared basáltica de 50 metros de altura y de casi un kilómetro de longitud recortada por el río Fluvià. Y cada vez que vamos o pasamos por allí no podemos evitar decir y pensar lo mismo: "¡Alucinante!". Parece sacado de una película, ¿verdad? Y, para rematar, el mirador tiene unas vistas privilegiadas.

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Restaurante del Cap de Creus

Restaurante del Cap de Creus

No lo podemos dejar de recomendar porque al fin del mundo, sobre todo si está a menos de dos horas de coche de casa, hay que ir al menos una vez en la vida; pero os explicaremos cuatro precauciones para que la experiencia sea lo más exitosa posible. Hace 25 años que un biólogo británico se enamoró de este antiguo cuartel de Guardia Civil e hizo un restaurante con varias habitaciones para alquilar que con el paso de los años ha adquirido categoría de mito, sobre todo por las fiestas de Fin de año y porque se puede ir en pleno invierno a pelearse con la tramontana a pecho descubierto. Nos llegan, sin embargo, algunas voces de que el local, de clara vocación bohemia, necesita un poco de reformas y que en temporada alta las esperas para ser servido son largas. No hay problema porque sólo para ir a sentarse y mirar al infinito vale la pena cogerse fiesta un martes de febrero. Abrigaos, eso sí.

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