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Bar Sant Joan
©Ivan GiménezBar Sant Joan

El buen bar Manolo, especie protegida

El bar de la esquina como refugio gastronómico a precios inmejorables

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Los bares Manolo, la categoría autóctona de bar dominante, gozan de una mala fama a menudo merecida. Sí, las mesas sucias y el lomo con queso de plástico requemado, incluso los malos olores, están a la orden del día. Pero también podemos encontrar 'baretos' donde os tratarán como en casa, la cerveza difícilmente pasa del euro y  medio y encima hacen una comida casera deliciosa. Buscad y seleccionad, vuestro bar Manolo con valor añadido os espera a la vuelta de la esquina.

Diez bares Manolo para quitarse el sombrero

Sant Joan
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out
Este es uno de los restaurantes a los que es difícil acceder a mediodía si no se está atento a la hora. Excelente cocina a cargo de Maria Glòria y su madre, Glòria. Cocina de siempre, de mercado, con productos muy frescos. La paella de los jueves y la cebolla confitada son dos grandes platos. Las alcachofas, los bacalaos o las carnes, otros. No se reserva, no hay menú, sólo una pizarra de buen producto fresco a precios que no duelen. El bar Manolo como gastrobar, podríamos decir. Por la mañana, bocadillos excelentes.
Los Cachitos
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • El Raval
  • precio 2 de 4
  • Crítica de Time Out

Un bar gallego que hay que conocer: su cocina es sencilla, pero exquisitamente gustosa y de buena calidad. Su caldo gallego es muy bueno y la ensalada de ventresca y tomate raf está muy bien preparada. Hay una larga lista de platos muy buenos, como la empanada gallega, la sopa de pescado y los fideos negros con gambas y almejas. Buenos almuerzos y buenos menús de mediodía. Cuando el Paral·lel era una zona olvidada, hace diez años, aquí ya hacían tapas muy buenas.

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Bar Àngel
  • Restaurantes
  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera
  • precio 1 de 4
Escéptico y socarrón, Santi Hoyos, propietario desde hace 25 años del Bar Mudanzas, sólo cree en la buena cocina. Es por eso que ha montado el Bar Àngel, justo detrás de la estación de Francia. La bodega es un encantador espacio estrecho donde al fondo culitos de cerco colgados de la pared nos recuerdan cual es el producto favorito de Hoyos. “Como decía Unamuno, el cerdo ha salvado más vidas en España que la penicilina”, se ríe. ¡Ei!, sólo “el ibérico, con un 57% de ácido oleico”. Él ha reciclado el cochinillo en todo tipo de platos con un toque imaginativo: vieiras con papada ibérica –el telo porcino se funde en la boca, delicioso–, garbanzos con un chorizo o una morcilla “extremeño, patatero, de verdad”, o este invento: judías de Santa Pau con bogavante. ¡A siete euros! Hay truco: son patitas de bogavante, que recibe congelado de West Yorkshire (UK) y que se mezclan a 30 gramos el plato. Menudillos de lujo, vaya. La pequeña pizarra de vinos es recomendable y asequible, y podemos cenar en un altillo para no darnos codazos en el barril. Le cedemos la palabra una vez más a Hoyos, que reproduce lo que le dijo a un turista: “Yo soy un gorrdo alemán, perro no tonto. Servesa i jamón en Rambla veinte eurros, no como aquí”.
El Bar
  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y pubs
  • Bares de tapas
  • La Nova Esquerra de l'Eixample
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out

Se definen como cocina de bar contemporánea, y la etiqueta es ajustada. Aquí se puede encontrar desde tapas tradicionales hasta platos gourmet. Aquí ponen el foco en el mejor producto de temporada a precios asequibles. Vale la pena probar las bravas, con picadillo de chorizo, deliciosas. Entre las tapas de toda la vida sobresale la ensaladilla rusa, y entre los segundos, unas vieiras con praliné de nueces  de Macadamia y tocino embutido. El local es pequeño y acogedor, apenas una barra y cuatro mesas.

 
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Bar Castells
  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y pubs
  • Bares de tapas
  • El Raval
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out
¿Qué tiene el bar Castells? Todo y nada. Es un bar de los de toda la vida, con camareros de camisa blanca atareados arriba y abajo que te sirven con esa mezcla de profesionalidad y familiaridad tan particular de la hostelería barcelonesa (con este punto de humor o mal humor –siempre dentro de la corrección– que depende del día), un interior bajito y abarrotado de mesitas bajo las paredes de ladrillo visto, una carta de tapas clásicas (patatas bravas, tablas de embutidos y quesos, bocadillos, croquetas, anchoas), barra de mármol, puerta de madera y jamones colgados. Los precios son asequibles, la clientela muy variada (es céntrico y pasa mucha gente, del barrio, turistas, jóvenes) y siempre está lleno pero enseguida encuentras hueco. ¿Qué tiene el bar Castells? Es un bar de los de toda la vida, sí, y ya no quedan tantos, y en el centro los puedes contar con los dedos de una mano. Tiene una terraza fantástica en la plaza del Bonsuccés, un lugar espléndido para sentarse a contemplar a los paseantes tranquilamente mientras comes algo sin perder un riñón a cambio. Tiene un trozo de barra abierta al exterior donde apoyar el codo, de pie, medio dentro medio fuera, que a los fumadores les encanta. Tiene un magnífico bufet de madera oscura que se eleva lleno de botellas detrás del mostrador de tapas. Se nota que acumula un siglo de vida y esto lo convierte en un bar clásico, de aquellos que lo tienen todo en general y nada en particular: de aquellos que tanto nos gustan.
Frankfurt José
  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y pubs
  • Sants - Montjuïc
  • Crítica de Time Out

En el Frankfurt José no se hacen frankfurts. El dueño sí que se llama José, y es el rey de las tapas. Es más: EN NINGUNA PARTE de la península Ibérica –repito: NINGUNA PARTE, ni en Andalucía, Galicia, Euskadi, Madrid o Murcia– me han puesto una tapa –gratuita– tan generosa como la del Frankfurt José.

Deberíamos llamarlas raciones, porque son descomunales. Hacen sospechar sobre los ingresos ilegales del bar para mantener el flujo de pescado que tan amablemente regalan con cada consumición. Pides un quinto –Mahou– y te pone dos trozo de merluza frita bien grandes.

Pides otro y te llega un plato que rebosa sepia. ¿Total de la factura en el Frankfurt José? Los dos quintos: un poco más de dos euros, quizá dos euros y medio. ¿Precio de la factura en cualquier otro lugar de Barcelona? De los diez euros no baja. Las otras características del bar son la elevadísima cantidad de aceites saturados en el aire y la maravillosa jukebox que no para de sonar y animar la clientela: de Bambino a AC/DC, de Camela a los Stones, todo vale; la gente hace cola para introducir monedas y poner su canción predilecta.

¿El secreto? José se levanta al amanecer, va a Mercabarna y carga la furgoneta del pescado más fresco y bien de precio para distribuirlo con mano diestra entre los parroquianos de su local, como si se tratara de un Robin Hood de la tapa. Sus acólitos le quitan la pena a su estómago cada día, cantan y bailan y vuelven a casa como unas castañuelas. De vez en cuando, como si tanta maravilla no pudiera durar, el Frankfurt José desvanece en el aire y renace en otro local de la ciudad condal.

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Bar Terra Alta
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • El Raval
  • Crítica de Time Out

Esta acera es del Barrio Chino y la otra ya es el Raval, me explica Rosa mientras me bebo un quinto helado (¡1 euro el de San Miguel!). Rosa nació en Batea, un pequeño pueblo de la Terra Alta. Allí había un señor muy rico que se dedicó a comprar bares en Barcelona y a poner gente del pueblo a trabajar. Así lo hicieron los padres de Rosa, que se instalaron en Barcelona en el año 1969 para hacerse cargo del Bar Bodega Terra Alta. Después lo cogieron Rosa y su marido navarro y se lo hicieron suyo: hace diez años que acogen la peña Clarete, del Osasuna,  y todo el mundo dice que ir a su bar a ver un Barça-Osasuna es lo que más se parece a vivir los Sanfermines desde Barcelona. El bar es alargado y tiene la barra a la derecha, con un expositor como mandan los cánones para las suculentas tapas. Al fondo hay cuatro mesas para poder comer en grupo: los fines de semana el local se llena de juventud que va a comer bocadillos.

Los precios son populares y el ambiente familiar, con personajes del barrio que te pueden explicar de todo, y otros, como los anarquistas de la editorial Virus que vienen de El Local de la calle de la Cera a comer algo. La especialidad del Terra Alta son las tortillas variadas, el bocadillo de jamón y los embutidos ibéricos de la Alberca cortados a mano. Al lado del equipo de música tienen cuatro jamones, y en las paredes, fotografías enmarcadas de los Byrds o de  Bo Diddley.

Bar Rufián
  • 4 de 5 estrellas
  • Locales de noche
  • El Poble-sec
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out
Esto es la guerra: el Ayuntamiento, lejos de incentivar la iniciativa privada que se endeuda para la cultura, imposibilita, a golpe de normativas más estrictas, que la música en directo tenga el papel preeminente en la vida nocturna que grupos y sellos locales piden a gritos. Una de las pocas propuestas que daban vida a la ciudad, el Clandestino-en poco más de un año y medio se convirtió en uno de los epicentros de la música barcelonesa-fue decapitado.El Roxanne, de Gracia, es la víctima más reciente: para ellos, nuestro pésame y rabia. El combate es feroz y no lo damos por perdido, somos como las malas hierbas: por mucho que nos arranques de raíz, seguiremos creciendo a cada rendija. Ganaremos porque nosotros no tenemos nada que perder. Ellos, sí: las próximas elecciones.La gente del Clandestino-Dani, Jorge, Ghenadie y Berta-han resucitado como bar de cañas, vermuts y aperitivos en el Poble Sec: el Rufián. Los ingredientes son sencillos: local acogedor sin pretensiones esteticistas, muy buena música, ambiente amical y buena materia prima-cerveza negra Moritz de barril, no Epidur; vermut La Secuita, aceitunas y anchoas de la Escala, tomates en conserva al pesto de Navarra ... Los sábados y domingos es una fiesta: la hora del vermut lo convierte en punto de encuentro de gente entre los treinta y los cuarenta con ganas de pasar un mediodía en buena compañía. La conversación es fluida y apasionada, la cerveza Rufianes-mezcla de rubia y negra- corre como el agua y la fraternidad
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Transatlàntic
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Bar de bocadillos
  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out
En uno de los barrios más poblados, giras la esquina y casi te encuentras de golpe con este fabuloso bar-restaurante, refugio del currante y del jubilado que tienen que sobrevivir en el epicentro de guirilandia. El menú cuesta diez euros justos, y los platos son humildes pero muy bien tratados: hablamos de primeros como patatas de pobre –con chorizo, buenísimas–, macarrones generosos o lasaña casera, y segundos como bacalao con sanfaina, fricandó o una excelente entraña –tiernísimo corte de ternera. Entrañable: en vez de una carta plastificada tienen una pizarra gigante, te la dejan apoyada en la mesa.
Les Truites
  • Restaurantes
  • Sarrià - Sant Gervasi
  • precio 1 de 4
Joan Antoni Miró es un gurú de la tortilla: abrió este restaurante en 1985 y desde el principio se centró en la tortilla. Aquí podréis probar sencillas obras de arte gastronómicas, como la tortilla de caviar, cangrejo y salmón ahumado; e incluso tortillas de postre, probad la de cerezas y plátano. Y no os penséis que es un restaurante de diseño: su magisterio de huevos y sartenes se imparte en un humildísimo bar de El Putxet, de apariencia de un bar Manolo de lo más ordinario.

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