13 lugares para aprender a bailar en Barcelona

Es la cocina donde se gestan los espectáculos de la Compañía Profesional de Danza Sol Picó, pero también es un espacio abierto a no profesionales, con el objetivo de acercar la danza a niños, jóvenes y adultos. A La Piconera hacen yoga, hacen cursos de danza contemporánea aptas para todas las edades, danza clásica –impartida por la coreógrafa y bailarina Eulàlia Bergadà y dirigida a personas que nunca han tenido contacto con el ballet– y también hacen un curso de acondicionamiento físico, destinado a ponerse en forma (o mantenerse) de una manera consciente y sin poner en riesgo el cuerpo.

El año 1989, Glòria Bastardes abrió una escuela de bailes de salón tradicionales en Gràcia. Hoy, a Bailongu, todavía con la Gloria al frente de la dirección pero ahora a la Sagrada Familia, tienen en activo más de un centenar de cursos que van desde la salsa cubana –en pareja o sólo– hasta la afrobeat, la kizomba (baile angoleño de los 70 que ahora echa fuerte), el jazz y la bachata. Sus alumnos, cuenta Gloria, van desde los 3 hasta los 70 años, y el abanico de cursos evoluciona según las tendencias y la demanda del público. Si os cuesta decidiros, podéis probar con los talleres de dos horas que hacen los sábados.

'En el flamenco no hay un cuerpo ideal, ni una corrección postural extrema. Hay la interpretación', explica Marta Piñol, productora en el espacio de flamenco La Capitana –en honor a la grande Carmen Amaya– que abrió puertas hace un año en  L' Hospitalet. El director del espacio es José Manuel Álvarez, un joven bailaor en activo nacido en Sevilla y criado en L' Hospitalet que quiso abrir un local de ensayo propio que hiciera de espacio de encuentro para profesionales del flamenco que pasan por la ciudad donde también hacen cursos dirigidos a personas que se quieran iniciar en este arte que es un lenguaje en si mismo.

Las artes visuales y la danza son el fuerte del Centre Cívic Barceloneta, que hace más de veinte años que programa cursos y talleres tanto para profesionales (aprovechan residencias internacionales de bailarines) cómo para personas que no tienen ninguna base, o que la tienen pero no se dedican. 'La gente sabe que aquí puede encontrar cursos especializados y cañeros', dice Neus Bernaus, que se dedica a la programación de los talleres del centro. La mayoría de los cursos tienen una duración de dos meses, la variedad de técnicas es alucinante y los precios –cerca de los 50 euros– son de los más ajustados de la ciudad.

Es la primera escuela de danza aérea y vertical de España y se instaló hace cuatro años en una nave del Poblenou, cuando casi nadie sabía de que iba esto de ensartarse usando telas, o a un aro, o bailar colgado de un edificio. El que hacen no es acrobacia ni circo, explica el bailarín y director del proyecto, Jorge Alcover. Es subir la danza de calidad al aire. Después de años de técnica, Jorge decidió convertir su pasión por la danza aérea y vertical en una escuela y un proyecto de vida. Hoy, este proyecto tiene 350 alumnos (mitad adultos, mitad niños) que se han hecho adictos a las alturas.

Escuela de danza creada a finales de los años 60 por la reconocida bailarina Anna Maleras. Pionera en Barcelona en el aprendizaje de disciplinas como el contemporáneo o el jazz. Ahora mismo se forman bailarines en todo tipos de bailes y cuenta con profesionales con larga trayectoria en el sector de la danza.

'¿Me llevas o te llevo?' Esta pregunta, dentro del tango clásico (y heteronormativo) no tiene ningún sentido porque siempre es el hombre quien lleva la mujer. Tango Queer Barcelona nació en 2015 porque hasta entonces no había a la ciudad ninguna milonga que invertiera los roles de género. Dafne Saldaña, argentina establecida en Barcelona, imparte clases de tango en que los alumnos trabajan simultáneamente los dos roles, tanto desde la aproximación teórica como desde el mismo baile. Después de las clases (los lunes a las 19 h hacen iniciación y a las 20.30 h, nivel mediano) organizan milongas para bailar sin prejuicios.

Finales de los 70, Minneapolis. Devorah Korek ve una mujer bailando danza oriental y le pide que le enseñe a mover el vientre como ella. Lo consigue, y unos años más tarde, el destino la lleva hasta Barcelona, donde abre la primera escuela de danza oriental de la ciudad. 'El desconocimiento era tal que, cuando bailaba, me habían llegado a preguntar si aquello era chino', explica la Devorah, que ha llegado a tener 400 alumnos a su escuela. Hoy, en un formato mucho más reducido, su objetivo es que sus clases sean una herramienta para el beneficio físico, para el placer y para la conciencia corporal de las mujeres.

La Ecstatic nació como una variante de la teoría de los cinco ritmos de Gabrielle Roth. De Hawai a California, y de las capitales europeas llegó a Barcelona, donde ha arraigado de la mano de DJs profesionales. 'No es una técnica ni una danza –dice Albert Pala, quien hace mover la gente los domingos al Espai Cosmo–. Es un espacio donde expresarse, para bailar como quieras, el primero que se va es la vergüenza'. Son dos horas y quince minutos para dejarse fluir, en que puede pasar de todo: que llores, grites, te arrastres, bailes acompañado... Eso sí, está prohibido hablar. 'O bailas, o piensas', insiste Pala.

Junto a Baila Swing y sus movidas en la plaza de la Virreina, la escuela fundada por Jana Grulichová es una de las más veteranas de la ciudad. Ofrecen clases para niños de 4 a 80 años, programan jams cada tarde, tienen orquesta propia para viajar a los años 20 y, un domingo al mes, sacan su swing al passeig de Sant Joan. Divertido, social y fácil, el swing se prescribe solo: 'No es un baile elitista, la gente pronto siente que lo puede hacer', reflexiona la profesora Jazzmin Olave. La técnica más popular es el lindy-hop, pero a Swing Maniacs también aprenderéis balboa, shag, jazz steps y claqué.