La Barcelona más drag

El Cangrejo es una catedral donde los altares se otorgan en función de la longitud de la cola de la folclórica. Juega al equívoco de versiones al aceite de majas desnudas que no se sabe a ciencia cierta si son majas. Los clientes del Cangrejo lo reivindican y llenan cada viernes y sábado los espectáculos de estas mujeres que se pintan los sueños igual que se pintarrajean los ojos.  

Orquestada codo a codo por el coreógrafo londinense Jono Kitchens y por el artista y performer costarricense Dino Real, Pluma es la fiesta más queer de la ciudad. Sólo tenéis que adentraros en este templo de lucecitas y colores que es el Culture Club y dejaros llevar por las actuaciones sorpresa de todo tipo que proponen: hay los playbacks, las coreografías, monólogos, números de las drag queens más atípicas, performances e incluso poesía! Una mezcla explosiva de arte, activismo y juerga que reivindica la pluma, el orgullo y la pluralidad del colectivo. Una joyita única en la ciudad.

Si sois amantes declarados del universo drag, del show LGBTI más alocado y de la farra del Gayxample, el Believe es vuestro sitio. Con saraos diarios que combinan música, humor y transgresión, este pequeño templo del petardisme situado en la calle Balmes es la casa de fiestas como Allioli Olé y Plastic Dolls o personalidades como DJ Pam Pool, la Nenuco, Extasis Liquuid, Caballota o Michelle Divine. Un lugar para hacerse creyentes!

De día es un bar de barrio. De noche, se transforma en un restaurante donde las 'drags' son las protagonistas. A la propietaria, la voluminosa Divine la reconoceréis por su aspecto y por su forma de hablar. Deslenguada es poco.

Si sois fans de Ocaña, el artista del papier maché que superó cualquier etiqueta artística y de género, este rincón aparentemente poblado sólo por guiris se convertirá en una de vuestras catedrales. Sabíais que el mismo Ocaña vivió un buen puñado de años, en un piso donde (curiosamente!) también han vivido el filósofo Francesc Pujols y el cantante Lluís Llach? Un lugar ideal para pasear y hacer el vermut en honor a tanta valentía orgullosa.

Esta es la discoteca del grupo Arena que no cierra nunca. Hay una gran pista de baile con música house y comercial, un cuarto oscuro y un público bastante joven aficionado a llevar camisetas ajustadas y pocas mangas. Por ahí han pasado mitos de la Barcelona drag de ayer y hoy como Coral Star, Sindy Nero, Ari Korrales o La Patrick, entre otras. Los lunes siempre hay striptease y los martes y los miércoles suele haber algún tipo de espectáculo, según la temporada.

Sandro y Jon son dos amigos que se conocieron hace diez años trabajando en las peluquerías Llongueras. Uno hacía de escaparatista y el otro de interiorista. La conexión fue inmediata y desde entonces no han dejado de colaborar en proyectos artísticos de todo tipo. Al parecer también montaban unas divertidas fiestas en su casa donde a la mínima mundo acababa luciendo pelucas y tacones. Decidieron trasladar sus saraos privados a un bar de copas y apostaron por los domingos por la tarde. Después de cientos de mensajes vía WhatsApp, finalmente encontraron el nombre de su propuesta: Krypton, una sesión petarda que ahora se celebra una vez al mes en la sala Plataforma con otro nombre -la ka-pero con el mismo espíritu.

Parece mentira que os lo tengamos que recordar: la Rambla es uno de los espacios más LGBTIQ de la ciudad! Allí tuvo lugar la mítica manifestación de maricas y trans de 1978, que es considerada por muchos el Stonewall catalán, y han sido transitadas por personajes emblemáticos como Ocaña y su abrigo exhibicionista, Violeta la Burra, Carmen de Mairena y tantas otras habituales del Raval. Un espacio con memoria escondida, pero memoria al fin y al cabo.

Futuroa Sarao Drag es una Drag Race que huye de estándares y cuestiona, siempre, el género y sus delimitaciones caducas, pero también es una fiesta, una celebración de lo queer y un momento de amor entre glitter, cuerpos y euforia convertida en grito. La suele presentar la maestra de ceremonias Likorka Fey y hay más de un premio, normalmente: una corona efímera, premio del jurado, y uno de los reconocimientos más preciados, el del público.

Allioli Olé es una gran fiesta catalanísima y súper mega marica que revoluciona la ciudad con sus gogós pubillas transvestidas, los remixes del "Remena, nena" (se puede ser pubilla y moderna!), porrones a raudales y la celebración colectiva de divas catalanas como la Feliu, los Héroes de la Katalunya Interior o Pere Tàpies. Cada fiesta está dedicada a un tema y hasta ahora han celebrado mitos del imaginario colectivo como la caca de Arale, los Juegos de Barcelona '92 o Dragon Ball. DJ Pam Pool, además de ser organizador, es uno de los habituales a los platos y suele actuar acompañado de las 3 Qüins y sorpresas para todos los gustos.

Quizás en la Plaça Reial un día estuviste a punto de morir aplastado por una despedida de soltero, o la empezaste a sentir sucia y lejana y vas olvidando lugares como el Jamboree, el Sidecar y como el Ocaña, que en pocos años se ha convertido en un clásico. Además de la cocina deliciosa del chef Manel Jiménez, podréis disfrutar de algunas de las obras de papier maché de Ocaña, uno de los artistas más polifacéticos, queer y revolucionarios de la Barcelona de la Transición.

Los Alberts decidieron hacerse suya La Federica, uno de los bares emblemáticos del ambiente barcelonés. ¿Y quiénes son los Alberts? Villaplana es diseñador gráfico y el Macaya viene del mundo de los safaris -no me lo invento! Amigos de los dueños de La Federica, cuando se enteraron de que se traspasaba no se lo pensaron dos veces y decidieron que un local tan chulo no podía quedar en otras manos que las suyas. Y la verdad es que la colección de muebles vintage de los sesenta -la mayoría, codiciadas piezas de autor- que han heredado les va como anillo al dedo: las camisas que llevan los Albertos son el correlato de vestuario -coloristas, estrepitosas, sin vergüenza y con mucha alegría.En Poble Sec triunfa el modelo de la calle Blai -muere de éxito, porque se llena como un huevo y ahora ya empieza a hacer daño pasearse por ahí- y los Albertos no quieren luchar. Ellos ofrecen otra cosa: un bar con glamour y desenfreno glam donde también se puede picar buena teca. Hacen fiestas temáticas cada quince días, los sábados, con nombres tan sugerentes como Gazpacho o Guateque, y adornan el local y ellos mismos con mucha gracia, mientras DJs maricas ponen lo mejor de sus discotecas.La oferta gastronómica está hecha con amor y juicio: en La Federica se puede probar baiona -cabeza de lomo- de Can Gori, la Garrotxa, o unos quesos traídos directamente de los Pirineos, elegidos por una doctorada en el tema, Natalia, conjuntamente con un afinador. La intención, dicen, es que comas cosas que

Todo empezó con un viaje a Berlín: fue allí donde sus fundadores, Javier Meneses y Alex Schoihet, dieron a luz al concepto de lo que desde el 13 de septiembre del 2019 es el Candy Darling Bar, un espacio amable de ocio y liberación queer justo al lado de la plaza Universidad. "El nombre de entrada puede parecer naif, pero no lo es su historia", dice Meneses: es la de la actriz americana homónima, un icono transexual de la Factory warholiana. Una declaración de intenciones que acaba de quedar clara en el mismo diseño del logo, con dos triángulos rosas en reivindicación de los disidentes sexuales represaliados durante el nazismo. Activismos a parte (o no!), el Candy Darling es un lugar ideal para ir a probar lo que ellos llaman un bikini darling, con nombres tan deliciosos como "Pastrami Queer", "Naturista" o "Versátil", pero también para dejaros caer en la zona de sofás y disfrutar de los espectáculos drag, de circo y de burlesque que ofrecen, o en la wild room, una especie de discoteca de bolsillo que hay que conocer de primera mano. Otra opción es quedarse embobados ante las muestras de arte queer que habitan el espacio: desde las fotografías tórridas y elegantísimas de Carlos Pareja en uno de los aseos hasta el mural con dibujos de Susana López de la entrada, pasando por instal·laccions como la "Lady Bird" de neón o los coloristas "Dancing Queers" de Nicasio Torres, que firma la dirección de arte de todo el local. Lo habéis leído bien: un local con dirección de arte. Ética