L'efecte

 

La depresión pasa por ser la enfermedad más extendida entre los habitantes de la civilización occidental (el Tercer Mundo ni se sabe) y ha sido y es uno de los negocios más rentables para la industria farmacéutica, a pesar de los graves efectos secundarios de estos medicamentos. Aunque hoy por hoy se cuestionan mucho, los antidepresivos se han convertido en los fármacos más recetados y utilizados para resolver las enfermedades del alma. Y de ello se hace eco la británica Lucy Prebble (Haslemere, Inglaterra, 1981) en 'L'efecte', una obra, sin embargo, sobre el amor, sobre la capacidad sanadora del amor.
 
¿Qué diferencia hay entre estar triste y estar deprimido?, le pregunta la doctora James (Montse German) a Connie (Nausicaa Bonnin), una chica que se ha presentado voluntaria para el ensayo clínico de un nuevo fármaco antidepresivo. Y sin quererlo, Connie encontrará en otro voluntario, Tristan (Pau Roca), una especie de amor que le será suficiente. Aunque la autora parece estar de parte de aquellos que piensan que los problemas no se resuelven con pastillas y del final feliz de la comedia –para nosotros una felicidad agridulce–, lo cierto es que el planteamiento es más claro y comprometido que la resolución, que sin ser sentimentalmente positiva no es para tirar cohetes. Al final, ¿hay alguien que pueda responder qué es el amor? Lucy Prebble tampoco.
 
'L'efecte', que se vio en el National Theatre, nos llega con una notable producción de Sixto Paz y con una buena dirección de la retornada Carol Lopez, quien resuelve con eficacia el estatismo del texto y conduce con habilidad las interpretaciones de Paul Berrondo, Montse German, Pau Roca y una Nausicaa Bonnin que emociona por su natural verdad, como siempre que sube a un escenario. Muy recomendable.