Piscinas para practicar natación en Barcelona

La perla acuática de Nou Barris es el lago, la piscina descubierta más grande de Barcelona con 2.960 m2. Pero esto lo dejaremos para el verano. A cubierto encontraréis una piscina de 25 metros, imprescindible en este complejo deportivo de la Meridiana.

Subir hasta Montjuïc tiene recompensa. Porque nadaréis en aguas olímpicas; porque el abono también os da derecho a entrar en las piscinas municipales de Montjuïc –las de Kylie Minogue– durante el verano; porque la tranquilidad es total y disfrutaréis de las instalaciones en un ambiente relajado. ¿Suficiente? ¡Pues todavía hay más! Los sábados por la noche y los domingos por la tarde se reserva para los usuarios nudistas. Una opción única en la ciudad.

Para los veteranos del Turó Park, esto siempre será el Piscinas y Deportes, uno de los centros neurálgicos del deporte barcelonés a principios del siglo pasado. Los vecinos todavía lamentan que la gestión del complejo pasara a manos privadas –a pesar de la presión de los movimientos sociales–, pero una cosa no quita la otra: aunque la piscina recuerda el poder del sector privado, lo cierto es que sigue siendo espectacular. Si la queréis experimentar, podéis comprar entradas de día aunque no seáis socios de DiR.

Otro clásico de la zona alta. La oferta es sencilla, pero efectiva: el club es solo para mujeres. Ya se sabe, se fundó en el 77, en plena liberación social y de género, y ha sabido mantener este carácter propio hasta día de hoy, con actividades deportivas especialmente diseñadas para vosotras.

El Eixample no tiene solo una playa, sino también una piscina olímpica de pies a cabeza. Las instalaciones ya tienen unos años, pero aguantan el paso del tiempo y, en la calle París, son muy accesibles. Eso sí, coged un calendario: está cerrada cerca de tres horas cuando el Club Natació Catalunya juega partido de liga de waterpolo. Ah, y cierra a las ocho de la noche.

La primera vez, francamente, la vista sorprende: vas paseando tranquilamente por la calle Feliu i Codina y, de repente, te encuentras a un grupo de nadadores en un escaparate. Es el precio de tener una piscina tan bien iluminada: que los peatones te pueden ver sudar un largo más. Como todo en Horta, tiene carácter propio. Un club de barrio con calidad profesional. La piscina cierra a las once de la noche.

Ni una ni dos: tres piscinas gestiona este megaclub de natación, donde compiten deportistas del nivel de Erika Villaécija. La sede histórica, con más de 40 años, mantiene el pedigrí, pero la joya de la corona está sin duda en Fabra i Puig, con una excelente piscina olímpica con techo retráctil.

Nadar en la piscina del rompeolas es un chapuzón en la historia de la natación. 90 años de baños os contemplan, aunque las instalaciones actuales poco tienen que ver con las originales. A parte de la olímpica, hay una segunda piscina de 25 metros cubierta durante el invierno como un globo. Además, la piscina exterior –bajo los frontones de pelota vasca– es de agua salada. Si os parece una tontería bañaros aquí cuando el mar está tan cerca, dadle una oportunidad. Es un auténtico placer. Eso sí, no tiene carriles montados para la natación.

El hermano pequeño ha crecido bastante. Y no solo porque ya es centenario, sino porque las instalaciones de la Plaza del Mar también son interesantes. Tienen una piscina interior de 25 metros –donde entrena el equipo que ha ganado las ocho últimas ligas de waterpolo– y dos exteriores con solarium. Las tarifas son bastantes competitivas.

¡No os olvidéis de la sincro! En la piscina también se puede hacer arte, y en ningún sitio como en el CNK. Mengual, Fuentes, Tarrés y compañía son nombres ligados al auge de este deporte, formados en esta escuela de sirenas. Ya hace 37 años que están en Can Caralleu, cerca de la ronda de Dalt, con una piscina olímpica que en verano tiene unas vistas espectaculares sobre la ciudad.