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10 platos de macarrones de Barcelona que tienes que probar

Un placer gastronómico apto para todos, ¡pero de lo más adulto! ¡Sofritos de alta cocina y pasta gratinada!

Ricard Martín
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“¿Pedirás macarrones? ¿De verdad?” ¡Pues sí! Los macarrones son un plato de resistencia de la cocina catalana que hay que reivindicar. Bien hechos, tienen la profundidad gastronómica de la mejor cocina de cazuela. En Italia los llaman 'penne', ¡pero a nosotros nos traen la alegría! Y sí, los italianos nos echan a la cara que la cocción está demasiado pasada, y que para colmo los requemamos al horno (en el fondo es envidia porque el sofrito confitado de unos buenos macarrones es mucho mejor que la su salsa 'pommodoro'). No obstante esto nos la trae al pairo: ¡quién tiene un buen plato de macarrones en la mesa, tiene la Navidad cada día! Y si no sois de macarrones, ¡dadle al canelón!

NO TE LO PIERDAS: La mejor cocina catalana de Barcelona

Time Out Market Barcelona
  • Qué hacer
  • El Gòtic

Time Out Market es un concepto global único cuyo objetivo es celebrar los sabores más auténticos y reunir la mejor comida y cocineros de una ciudad bajo un mismo techo. Lo que empezó en 2014 con la apertura del Time Out Market Lisboa se ha convertido en un fenómeno global: Time Out Market Barcelona, ​​abierto en julio de 2024, es la novena apertura de un concepto gastronómico que está presente en grandes ciudades del mundo como Nueva York, Montreal, Oporto y Ciudad del Cabo, entre otras.

Y en Barcelona lo encontraréis en el Port Vell, en la terraza-mirador del Maremagnum. La oferta es de lo más amplia y apetecible, pero siempre encontraréis un buen plato de macarrones: Casa Guinart, con el chef Òscar Manresa al frente, es un virtuoso del tema, bien sea en versión tradicional o reinventando la receta con marisco fresco.

  • Catalana
  • precio 2 de 4

Franc Monrabà –antiguo segundo de Can Fabes– desde el Haddock defiende tener el ego bajo control: “Cuando entro en la cocina, me intento sacar la chaqueta de chef y ponerme la
bata de abuela”. Los macarrones de la tía Enriqueta –ración enorme de guiso de costillas de cerdo y salchicha a fuego lento, pasta y gratinado– son una delicia que se adentra en el recuerdo y la maravilla cotidiana. Un chico viene por aquí y pide tres veces por semana. “Desde que murió mi madre, comer esto aquí es como estar un ratito con ella”, explica. Al cielo por 9 euros. Es un plato de aquellos que vale la pena compartir y disfrutar entre dos: ¡por cantidad y disfrute!

  • Catalana
  • Les Corts
  • precio 3 de 4

“Es un plato lo suficientemente gastronómico como para que no quede relegado al olvido o al menú infantil. Sale documentado en 'La cuynera catalana', de 1835, y es el primer plato de influencia italiana que entró en el recetario catalán”, explica Carles Gaig. Desde 2009, su tambor de macarrones del cardenal simboliza lo mejor que se puede hacer con un 'penne'. Quien lo prueba, quiere siempre más: la suavidad de los dados de secreto ibérico con crema de parmesano y unos ribetes de sofrito confitado hacen volar un plato de pasta al Olimpo de la cocina atemporal.

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  • Catalana
  • Vila de Gràcia
  • precio 2 de 4

Donde estuvo la Taberna La Llesca, clásico de la carne a la brasa, la Fonda de Pirenaicas se constituye como punto de mojar pan de primera magnitud, con una oferta muy similar a la de la casa madre, Mantequerías Pirenaicas, pero decantada más hacia el platillo catalán y en la cocina popular.

Aquí la cosa va de tapas muy cuidadosas y de platos que tienen pequeños giros de guion respecto a los de la cocina de la abuela, que lo que hacen es aumentar su suculencia. Véanse unos macarrones gratinados que también llevan queso comté rallado entre las plumas (son de aquellas pequeñas) que les hace ganar en intensidad quesera, y con sofrito de carne de cerdo y ternera. Como un 'macandcheese' hermanado con los macarrones de Barcelona.

  • Gràcia
  • precio 2 de 4

Durante 30 años Quim Marquès fue referencia en la Barceloneta con el Suquet del Almirante, pero cerró el 2018. Y en otoño del 2023 regresó a Gràcia, su barrio de toda la vida, con la apertura de Santa Magdalena, un restaurante de cocina catalana y barcelonesa al cien por cien. Con precios contenidos y estética de bar de barrio (de hecho lo era), Marqués practica una cocina de chup-chup y producto de temporada y de proximidad. Uno de los platos estrella son unos macarrones del cardenal buenísimos, gratinados y con el asado y la bechamel bien delimitados, y que entran en el menú de mediodía de los viernes.

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  • Cocina creativa
  • El Gòtic
  • precio 3 de 4

Al frente de este restaurante romántico y que acaricia el poliamor –¡podéis reservar una habitación para tres!– está Alain Guiard, un chef que se mueve con una comodidad talentosa entre la cocina creativa y la del confort casero.

Y siempre puedes confiar en que si él firma la carta, su propuesta será especial, trabajada y coherente. En Contraban, Guiard ha estructurado una carta que remite al proceso creativo, con apartados como Libertad, En Blanco o Frustración. En Nostalgia –habría que decir Satisfacción– nos desarma con unos gloriosos macarrones del cardenal, entre los mejores de Barcelona, ​​donde se entrecruza la bechamel con el zumo del asado del secreto ibérico. Las raciones son abundantes, ya sabéis que una barriga satisfecha está mejor dispuesta a la lujuria. ¡Macarrones para adultos!

  • Cocina creativa
  • Esquerra de l’Eixample
  • precio 4 de 4

¿El mejor restaurante del mundo? –la lista de 50 Best es discutible, ¡el talento de los herederos de elBulli no!– siempre tiene un plato de macarrones en la carta. Oriol Castro recuerda que «antes de abrir se nos ocurrió: qué más reconocible que unos macarrones a la carbonara». Eso sí, unos macarrones hechos con gelatina de caldo de jamón ibérico, y una espuma de carbonara. «Que en un restaurante como el nuestro un plato del primer menú se conserve es muy raro». Han publicado el exquisito libro 'Disfrutar Volumen 1 (2014-2017)', un resumen de sus primeros años, donde encontrarás revelados sus secretos, entre otros la receta de esta maravilla.

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  • Francesa
  • Sant Gervasi - Galvany

En Monocrom preparan uno de los mejores platos de macarrones de asado que se te hayan cruzado en la vida. Cuando los pides, no te imaginas la que te caerá en la cima: un platazo de asado picado, hermanado con la pasta por un sofrito de horas en el que mojar pan. Se nota la mano de un cocinero, Joan Vallès, que fue segundo de cocina con Fermí Puig. Un consejo: compártelos de segundo y prueba las delicadezas de la carta. La comida es tan buena y tan acertada que hay que recordar que esto es también uno de los mejores bares de vinos de Barcelona.

  • Catalana
  • Esquerra de l’Eixample
  • precio 3 de 4

"Es un plato fetiche de mi infancia que he girado como un calcetín", explica David Morera, cocinero joven, sin complejos y propietario del novísimo Deliri. Y su nombre le corresponde: son tres macarrones enormes, sobre un fondo de salsa de tomate reducida al horno 10 horas a baja temperatura. Van rellenos de un asado de pollo y butifarra con una bechamel donde la grasa de la carne es la mantequilla. Más que proustiano, H.G. Wells de una patada te manda atrás en el tiempo a comer con tu abuela.

Mucho más que macarrones, claro: Deliri es un restaurante pequeño, personalísimo, donde este cocinero formado en el Coure, entre otros muchos lugares, suelta toda su capacidad e inspiración, sin prestar demasiada atención a modas o rebajar el ticket en exceso para que la gente venga en masa.

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  • Sarrià
  • precio 2 de 4

Ir a Casa Trampa es un viaje a la infancia, una indulgencia de raciones enormes que deberíamos permitirnos, al menos, una vez al año (no por el precio, muy razonable, sino por lo que cuesta dejar las prisas bajo la Ronda de Dalt). Sus macarrones ocupan un lugar privilegiado en el imaginario infantil: son de aquellos servidos en bandeja de hierro y con salsa boloñesa densa, donde por debajo del gratinado se asoma un pedazo de pasta que ha quedado chamuscado, y que el niño defiende, ante la intrusiva horquilla adulta, como si le fuera la vida.

  • L'Antiga Esquerra de l'Eixample

En Cata 181 –donde ahora está el Haddock– hace años hacían una receta de macarrones con sobrasada y chocolate que eran para chuparse los dedos. Y, curiosamente, solo tienes que cruzar la calle para reencontrarla en el Café Charlot con la receta de Santi Olivelles. Este bar-restaurante es una referencia para los vecinos de la zona: elegante y casero, todo cuidado. Los macarrones no son una excepción: llevan un poco de chocolate blanco que se funde con el queso y la sobrasada, y les aporta un toque de umami la mar de interesante.

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