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Allada Vermell
Foto: Iván MorenoAllada Vermell

Los sitios más bonitos de Barcelona

Contemplad los rincones más bellos de la ciudad: calles, fachadas, patios y esquinas que han nacido para que los admires

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Cada uno vive y siente Barcelona de una manera diferente, su manera. Y, seguramente, cada barcelonés tiene una lista especial y propia de sus lugares favoritos de la ciudad: tiendas y bares bonitos, calles y pasajes, bibliotecas y patios, establecimientos, vistas de ensueño... Aquí tenéis una selección con algunos de los sitios más bellos de nuestra querida ciudad. Los hemos escogido por su arquitectura, ubicación, por sus colores y también por su historia que es única en relación con el resto de elementos de la ciudad. ¡Os animamos a descubrirlos y ampliar la lista!

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Calle Aiguafreda
Foto: Eugènia Sendra

1. Calle Aiguafreda

Toca perderse antes de llegar a este paraíso paralelo a la calle Llobregós

Un vecino sale de su casa y se encuentra con un forastero, al que le explica que la calle Aiguafreda todavía conserva eso que la hacía famosa a principios de siglo: los lavaderos donde subían a lavar la ropa los señores de Barcelona. En la zona de Horta de casas bajas, exultante de naturaleza, acuden grupos de colegios y turistas con ganas de descubrir la ciudad que se abre más allá del Turó de la Rovira, explican los locales que enseñan la calle, pero no los huertecito que se esconden…

Plaza Sant Gaietà
©Time Out

2. Plaza Sant Gaietà

Uno de los secretos de Sarrià es este patio andaluz de paredes blancas y geranios

Es una lástima que el barrio de Sarrià esté reñido con el pueblo raso. Queda mal decirlo, pero si vais a pasear una tarde os podéis morir de gusto. Eso, claro, si conseguís obviar la plaga de niños uniformados. Justo detrás del mercado, al final de un callejón que parece que no lleve a ninguna parte, encontraréis esta placeta, una especie de patio lorquiano, con madreselva y macetas con geranios. Solo faltaría el sonido del cante jondo para acabarlo de adornar.

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  • Lugares de interés
  • Bibliotecas, archivos y fundaciones

Uno de los rincones más mágicos del Raval.

Es una biblioteca dirigida principalmente a investigadores, pero también está abierta a todo el público que desee perderse y conocer un poco mejor el rico patrimonio cultural de la arquitectura gótica catalana. Su función es la de preservar, conservar y difundir absolutamente todo lo publicado en el país. Ubicada en el distrito de Ciutat Vella, dentro y fuera de este lugar podréis disfrutar de una buena lectura. No os lo penséis tanto y disfrutadla.

Santa Anna
Foto: Vicente Zambrano

4. Santa Anna

De resonancias y templarios

Admiramos la obra gótica mientras preparan un concierto de guitarra española. ¿Hemos ignorado durante mucho tiempo lo que se esconde bajo los intestinos de la plaza Catalunya? Sí, lo admitimos. Metida en una plaza inhóspita y turbia está la iglesia de Santa Anna y en su interior, un claustro precioso. No podemos más que imaginar aventuras de la orden de los templarios, y de fondo suenan pitos de manifestantes.

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Allada Vermell
Foto: Iván Moreno

5. Allada Vermell

La casa más fotogénica, vecina de La Puntual

Una mezcla de locales y guiris confluyen en cierta armonía en una calle plácida que adquiere su máxima expresión en el lado de los números impares, cerca de La Puntual. La casa de las flores no tiene pérdida. Todo el mundo la quiere inmortalizar. No parece la Barcelona del siglo XXI. Los insectos polinizan la entrada verde de esta casa sin número.

Vil·la Joana
© Maria Dias

6. Vil·la Joana

En los bosques de Vallvidrera, cerca de la estación de FGC, campan jabalíes

Los excursionistas jubilados saben de almuerzos pintorescos, y la masía de Vallvidrera donde murió el poeta Jacint Verdaguer recortada sobre el cielo azul de junio es un marco idílico. Siempre se puede buscar refugio bajo los pinos, o cambiar un rato de versos y literatura por una caminata con sorpresas… A esa hora también almuerzan los jabalíes y sus criaturas.

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Sant Pau del Camp
©Time Out

7. Sant Pau del Camp

Una construcción románica detrás del gimnasio de can Ricart

Dicen que lo hizo construir el hijo de Guifré el Pilós a principios del siglo X, fuera de las murallas, en medio del campo. De aquí su nombre. Es casi un milagro que sobreviviera a la progresiva expansión de la ciudad. A pesar de haber sido asfixiado por la densidad demográfica del Barrio Chino y las transformaciones de los últimos años que lo han convertido en una atalaya encajada entre el amplio Paral·lel y el sur del Raval, allí lo tenéis, sólido como una roca, fósil románico de una solera admirable.

Pasaje de las Manufactures
  • Qué hacer
  • Rutas y paseos

Abierto en 1878, enlaza dos barrios y dos realidades urbanísticas, el Eixample y Sant Pere

El hecho que enlace dos realidades urbanísticas hace que se note un desnivel de cuatro metros, que se salva con unas escaleras que llevan del hote Yurbban Passage al Flax & Kale. Es también imprescindible que miréis hacia arriba si no queréis perderos la escultura de Antonio Yranzo. Igualmente imperdibles son el ascensor de época –para vecinos– y la escalinata noble con el techo artesonado, detalles recuperados de un pasaje restaurado con cariño.

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Parque de la Tamarita
© Parcs i Jardins

9. Parque de la Tamarita

Es el digno escenario de un relato gótico con presencias de ultratumba

No estamos en Londres, no tenemos un cementerio como el Highgate con criptas y ángeles de la muerte donde escenificar un entierro prematuro estilo Poe. Pero tenemos la Tamarita. Por más que los de Parques y Jardines se esfuercen, la naturaleza siempre vive en estado salvaje, devorando las escaleras en ruinas, piedras e invernaderos a placer. Es la versión soft del parque de atracciones de la Arrabassada, hábil para el transporte público y apto para niños. Un delirio romántico a base de bien.

Calle Rogent
Foto: Vicente Zambrano

10. Calle Rogent

Sale de la trágica confluencia entre la avenida Meridiana y la calle Aragó

Tiene un índice desmesurado de asesorías jurídicas y de perros obesos, pero no deja de ser el refugio peatonal de una zona de tráfico insoportable, aparte de un espacio de culto al pequeño comercio. Desde la relojería Lara, hasta el Gym Rogent, que se anuncia con un boxeador en pantalón corto y guantes. Subiendo un poco, en la esquina con Enamorats, hay una oca majestuosa, encima de una fuente, que baja la cabeza y levanta el culo en dirección norte, como si fuera a tirarse un pedo.

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L'Automàtica
©Iván Moreno

11. L'Automàtica

En Gràcia Nova, en la calle Grassot, también triunfa el espíritu colaborativo

Papeles de diferentes gramajes, máquinas de offset históricas como la Heidelberg, cajoneras de imprenta de tiempos pretéritos y un olor de tinta que lo impregna todo. El visitante observa desde arriba, abajo trabajan los sucesores de Gutenberg. Esto es L’Automàtica, una asociación cultural autogestionada formada por artistas, diseñadores e ilustradores que nació del amor por un espacio y un oficio en extinción. Reinvención, colaboración y tinta van de la mano.

La Satalia
©Time Out

12. La Satalia

Perderse por la calle Julià, en Montjuïc, es una experiencia para todos los sentidos

La Satalia es un hallazgo inaudito, el regalo para los valientes que suben el empinado paseo de la Exposició. Desde el exterior del campo de fútbol –con una birra si el bar está abierto– se observa la magnífica puesta de sol. El retorno a la civilización debe hacerse por la calle Julià: a golpe de tambor y corneta, si es día de ensayo de la banda Palma Moderna, o en silencio absoluto observando las casitas que acompañan el camino. Todo el mundo se enamora de la del ebanista, está forrada de hiedra.

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Bar Delicias

13. Bar Delicias

En esa esquina del Carmel donde el Pijoaparte veía caer la noche sobre la ciudad

Tiene el aire proletario de aquellos merenderos de las pelis de Berlanga, donde las familias humildes pasaban los domingos. Es mítico por los vermuts a base de fritada y bravas y fácilmente identificable por las losas que revisten la fachada. Por culpa de Marsé y sus 'Últimas tardes con Teresa', quien se sienta en esta terraza siente el impulso irrefrenable de empujar un Seat cuesta abajo. Es por eso que la gente sube en moto desde tiempos inmemoriales.

Pasaje Bernardí Martorell
ⒸTime Out

14. Pasaje Bernardí Martorell

¿Qué hay detrás de esa puerta de forja noble del final de la calle Hospital?

Que no os engañe el estilo imperial de la entrada: es estrecha, oscura y un poco insalubre. Huele a pis que tira para atrás. Pero todo lo que allí pasa es encantador: los señores sentados delante de la cuarta puerta, con sillas de fórmica y un transistor y el menú́ marinero que los del restaurante El Cafetí tienen colgado bajo el arco de la salida de Sant Rafael, decorado con pulpitos de tiza y un cangrejo con sarampión.

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Can Basté
Foto: Maria Dias

15. Can Basté

No por el centro cívico, sino por el rincón que tiene junto a él

Hay noticias de una capilla de Santa Eulàlia de Vilapicina desde el año 1031, pero el caso es que la iglesia que ahora veréis fue construida a finales del siglo XVIII. Enganchada, como un cortijo, encontraréis una construcción rutilante donde tres cuartos de siglo atrás se vendrían ollas de barro. Ahora es una tienda de lanas con ínfulas de corsetería y un ciprés en la entrada que es un portento. Y, sí, al otro lado del templo, unido por un puente, está el recinto de Can Basté.

Iglesia Pere IV
Foto: Time Out

16. Iglesia Pere IV

Una invocación a los vampiros en este no-lugar que es Pere IV a la altura de La Escocesa

No confundir con una fábrica de Manchester, o con un espacio ocupado. Los lectores del género fantástico visualizan el campanario de la iglesia del Sagrado Corazón como un imán para vampiros, pero nada más lejos de la realidad. El templo es humilde, sin pretensiones ni estilo aparente. Las paredes están desprovistas de imaginería para adoctrinar fieles. La cubierta, a dos aguas, está hecha con vigas de madera. En medio de la nada, se levanta un insólito espacio para la fe.

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