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Eva Baltasar: “Fui mujer de la limpieza y descubrí que me gustaba mucho entrar en las casas de los demás”

Tras el éxito de 'Tríptico', la escritora publica 'Ocaso y fascinación', sobre una mujer joven que lo pierde todo y después queda atrapada ante un amor imposible

María José Gómez
Escrito por
Andreu Gomila
Traducido por
María José Gómez
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'Ocaso y fascinación' (Random House) es la cuarta novela de Eva Baltasar, la primera tras su exitoso 'Tríptico', una de cuyas novelas, 'Boulder', la llevó a ser finalista, el pasado año, del prestigioso International Booker Prize británico. La autora vuelve a colocar a una mujer sola como protagonista, pero la lleva por dos caminos diferentes, separados por la conjunción copulativa del título.

¿Por qué ese personaje que cae al pozo, se levanta y después queda fascinada por una mujer que apenas conoce?
'Ocaso' es la historia del ocaso de una civilización y también la historia personal de la protagonista. Una vez que esta mujer, al final de 'Ocaso', se ve despojada de todo por segunda vez vuelve la mirada hacia un lado, pero lo hace desde la espiritualidad, desde un sitio muy delirante. Necesita dar un sentido a su vida y lo encuentra creando un templo en su casa. Idea una figura a la que adorar, una virgen, una diosa.

¿Por qué la conviertes en mujer de la limpieza?
A diferencia de las protagonistas del 'Tríptico', en la que yo necesitaba encontrar una voz que me llevara hacia algún lado y no sabía hacia dónde me llevaría, no sabía quién sería la mujer que estaría detrás de esa voz. Aquí, en 'Ocaso y fascinación', sí sabía que esta mujer iba a ser una mujer de la limpieza. Porque yo fui mujer de la limpieza. Cuando estudiaba en la universidad hacía un trabajo muy precario de camarera en una cadena de cafeterías, cuyos horarios nunca se acababan, un sueldo miserable y unos jefes que me maltrataban. Además, tenía que tratar a mucha gente, y te encuentras a gente muy amable, pero también a gente muy miserable. Tenía la sensación de que se marchitaba el espíritu. Decidí que debía cambiar, que tenía que hacer otra cosa. Y me pregunté: ¿tú qué sabes hacer? ¿Limpiar?

¿Y te pusiste a limpiar casas?
Me enseñaron muy bien cuando era pequeña. Y soy del signo Virgo, que dicen tener tendencia al orden. No sé si será o no, pero en mi caso sí... Puse muchos carteles en la zona del Eixample donde vivía de realquilada y eso me permitió hacer un trabajo en el que yo me organizaba los horarios y ganaba más dinero. Un trabajo duro, evidentemente. Y se aprovecharon mucho de mí. En otras casas, no tanto... Descubrí, como la protagonista de 'Ocaso y fascinación', que me gustaba mucho entrar en las casas de los demás. Y que las casas de los demás, sin tener que escarbar, saben historias y te las quieren contar. Y yo, como persona curiosa que era, no tanto como la protagonista, que quiere vivir en las casas ajenas, estaba vivamente interesada en todo esto. Quería una mujer protagonista que fuera una mujer de la limpieza, pero que fuera especial.

Esa experiencia tuya entrando en las casas de los demás, ¿es el germen de Eva Baltasar novelista?
No. Yo escribo desde los 3 años. Pero en la vida vas acumulando experiencias y algunas, puede que no sean ni las más traumáticas ni las más significativas, tienen algo que, cuando te pones a escribir una novela, te hacen pensar: me gustaría ir por este camino. Y profundizar en ellas. Quizás ir un poco más allá o hacerlo de forma diferente.

¿Era un reto escribir esta novela después del 'Tríptico'?
Para mí, no. Para mí, cada novela es un disfrute. Y tener la curiosidad por descubrir esta compañía. Al final, estoy descubriendo a una mujer que me acompaña durante uno o dos años, durante el proceso de escritura del libro. Las del 'Tríptico' quedaron ahí. Esta es algo diferente, pero también es muy interesante y, de alguna manera, te enamoras. Cada mañana te levantas con esa persona por la que estás fascinada.

Al final, estoy descubriendo a una mujer que me acompaña durante uno o dos años, durante el proceso de escritura del libro

Es una mujer bastante diferente a las del 'Tríptico', ¿no?
En el 'Tríptico' lo tenía muy claro, porque los títulos de los libros eran como metáforas de las protagonistas. Aquí, no. Al igual que ellas, es una solitaria. Las del 'Tríptico' hablaban con mucho orgullo: yo estoy en ese límite, en ese margen, porque, sin dejar de vivir dentro, me distancio de esa sociedad que las incomodaba tanto. Para mí era un sitio de mucha lucidez para hablar de lo que las incomodaba. En 'Ocaso y fascinación', la mujer ha sido escupida. No ha sido escupida del sistema, sino que el sistema es esto: la gente que parece que funciona y vive de forma funcional, y la gente escupida. Es esto de vivir una vida sin sentido, donde resulta difícil estar en coherencia contigo mismo porque el sistema favorece que no te conozcas a ti mismo.

¿Por qué te gustan tanto las mujeres solitarias?
Puedo definirme como solitaria. Tengo amigos, pero valoro la soledad como ese espacio de autoconocimiento, de conocerse a uno mismo. Al final, tenemos una vida que no sabemos lo que va a durar, pero máximo-máximo 100, 110 años. ¿Cómo quiero vivirla? ¿De quién quiero rodearme? ¿Qué sentido quiero darle? Y sentirse conectado, unos con otros, con todo, con el mundo, la tierra, con ese gran ecosistema que nos han regalado y que estamos maltratando. A los personajes solitarios, los veo como hermanos míos. Me gusta acompañarme de mujeres que podrían ser hermanas.

¿Crees que rompes un tabú, al menos literario, sobre la violencia de las mujeres ejercida contra otras mujeres? ¿O lo experimentaste?
Nunca pienso: quiero que salga este tema, quiero tratar a ese otro. Yo escribo. Entonces, me pongo mucho en la piel de la protagonista y miro que todo sea muy coherente lo que va ocurriendo, lo que va decidiendo. Estamos en una sociedad en la que la violencia nos atraviesa a todos. Va más allá de los géneros, de quién la inflige a quién. La violencia, muchas veces, tiene esa doble cara. Y en ese caso surgió así. Tengo la sensación de que vamos hacia una sociedad muy medievalizada en muchos aspectos y uno de ellos es esa gran violencia, física en muchos casos. Emocional, ya lo sabemos. Pero, ¿física? También.

Estamos en una sociedad en la que la violencia nos atraviesa a todos. Va más allá de los géneros, de quién la inflige a quién

¿Qué te empuja a escribir?
He escrito siempre. Para mí forma parte de mi vida. No es la necesidad de contar una historia, sino la necesidad de descubrir. En el caso de la poesía, quizás se trataba de descubrirme a mí misma. Pero al cabo de muchos años, ya me tenía muy vista. Descubrí que, a través de la narrativa, puedo conocer a personajes que para mí son muy reales. Esto me tiene enganchada. Me gusta esto. Forma parte de mi identidad.

¿Dónde ha quedado la poesía?
'Nus Schiele' salió entre 'Boulder' y 'Mamut' y fue mi undécimo libro de poesía. Y no tengo la sensación de que haya abandonado la poesía escribiendo narrativa. Trabajo el lenguaje poéticamente. No es un libro de poemas, es una historia, es una novela, pero trabajo de la misma forma. Esto significa que miro mucho el ritmo, la musicalidad, crear imágenes... Escribir en pocas palabras. Tengo la sensación de que la poesía es esto.

¿El éxito internacional te ha cambiado la forma de escribir o de plantear las historias?
No lo creo. Tampoco sigo mucho las traducciones. Sí, de vez en cuando, acompaño a los libros cuando salen traducidos en otros países, pero está claro que 'Ocaso y fascinación' pasa en Barcelona. Es la ciudad que más conozco.

¿Y termina en Cardedeu?
Sí. La ciudad pequeña donde termina es Cardedeu, que es donde vivo. 'Mamut' acababa en el Berguedà, porque viví en el Berguedà. Me aprovecho de los contextos. Hay muchas mujeres, en mis libros, porque hasta hace poco eran mujeres a mi alrededor. Me lo pongo muy fácil. ¿Que haya traducciones? Es un viaje que hace el libro, yo sigo a la mía. Pero, como acompaño a los libros, quizá de forma natural irán entrando otros paisajes. 'Boulder' comienza en Chiloé porque es un viaje que...

Hay muchas mujeres, en mis libros, porque hasta hace poco todo eran mujeres a mi alrededor

'Boulder' es más internacional.
Ocurre en Chiloé porque, a los veinte años, me hice todo Chiloé con la mochila. Pero, por ejemplo, va a Islandia y en Islandia nunca he estado. Islandia apareció porque era el contrapunto de Chiloé: otra isla, en otro polo.

¿Qué importancia tiene el misticismo en tu obra?
Aquí, en 'Fascinación', se trata de girar la mirada hacia la espiritualidad. He querido aprovechar también mi formación: hice la primaria en los curas, de forma circunstancial, pero me encontraba muy bien. Y estoy muy contenta de haber estado formada en una tradición. Ya me vale la cristiano-católica. Y me habría valido la budista, la hebrea, la que fuera. Tener un sustrato que te vertebra, te alimenta, un imaginario, un simbolismo, una iconografía. Esto me ha alimentado mucho. Tenía muchas ganas de evocarlo en una novela. 'Fascinación' tiene este juego, entre la vida de la virgen María. Tiene muchas capas. Además, encontramos que la mujer de 'Ocaso' es claramente una mujer del siglo XXI, pero la de 'Fascinación' podría ser del siglo I. Al final, es una adoradora, a la que su vida se reduce al misticismo.

¿Un misticismo del siglo XXI? Porque adora a una persona, no a un...
Un poco delirante, maníaco, sí.

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