Toneles, grifos, anchoas y alegría. Patrimonio material y líquido de una ciudad con exceso de culto a la novedad y los a bares recién abiertos. Si sois más de la vieja escuela y os gustan los clásicos a granel que sobreviven conservando las esencias en madera y trato familiar, este es vuestro artículo. Aquí podréis practicar la sana religión de las mejores tapas, el culto a la buena croqueta y la liturgia del vermut en las bodegas más carismáticas de la ciudad. Nos preparamos para vivir la vida a granel.
NO TE LO PIERDAS: vermut, donde hacer el aperitivo en Barcelona
![Celler Cal Marino Celler Cal Marino](https://media.timeout.com/images/101813927/750/422/image.jpg)
En el extrarradio de Gracia, en lo alto del Torrent de les Flors, hay una bodega centenaria que vale la pena visitar. En la entrada, el techo rojo con la barra a mano izquierda y las tinas oscurecidas del humo de tantas vidas, más adelante los comedores, con muebles de época y mesas de mármol, y la cocina al fondo, como manda la tradición. A los fogones, Manolo inventa combinaciones ganadoras como los mejillones salteados con berenjena (8,9 euros), las anarkobravas (patatas fritas con alioli de tinta de cefalópodo, 5 euros) o el pulpo con Parmentier de setas (8,9 euros ). Acierta con el bacalao con ajo (9,25 euros) y nos quedamos con las ganas de probar el filete con sobrasada, brie, berenjena y miel. También hacen tortas crujientes con arenque o foie gras. Se pueden pedir medias raciones y reservar para grupos. Al mediodía tienen un menú de 11 euros, sencillo y bueno, con pescado del día de segundo, que siempre es de agradecer y no muy habitual de encontrar por los sitios. El Bar Bodega Manolo es un local de los de toda la vida, y como que está fuera del circuito habitual, el ambiente es muy familiar y el ritmo más humano; eso no quiere decir que falte la juerga sino que todo pasa de manera diferente que en os bares de moda: que aquí hay más ritual que desazón, vaya.
Desde el 1930, en este número del Dos de Mayo, junto a los Encants, hay una bodega y se comen unas anchoas que déjalas ir. Antes era la Bodega Vilaseca y ahora, con el entusiasmo de las nueva propiedad, se ha convertido en un lugar más efervescente: la Bodega El Sidral.El nombre le viene del antiguo campo donde ahora está la eternamente inacabada plaza de las Glòries, el Campo del Sidral, explanada históricamente ocupada por el follón considerable de un despliegue mercantil de todo tipo: de ahí el nombre. El Sidral es un punto de encuentro cotidiano para convertir en humo las preocupaciones.Todo el mundo se conoce, se saluda y comenta la jugada mientras toma un vermut de Reus con un golpe de angostura y la anchoa deliciosa marca de la casa (4,40 euros), una cerveza artesana (3 euros) o unos langostinos enriquecidos con una salsa secreta (3,50 euros). El lugar se explica solo: una nevera de madera preciosa lo preside y el clac de las puertas se intercala en las conversaciones de los parroquianos como un metrónomo. Dos grandes barriles, encima, completan el cuadro. Tienen una sala interior, forrado con periódicos antiguos como 'El Caso', donde se pueden celebrar cumpleaños y, incluso, presentar obras de teatro. Por si fuera poco, tienen libros de segunda mano para alimentar el espíritu.
Clásicos a granel
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100 años dando de beber a Gràcia
Tere Cercós es el alma, junto con su marido Antonio y su hijo Jordi, de la bodega Marín. Bajo un cabello rubio y rizado, su mirada inquieta se pasea constantemente por el local, atenta a las necesidades de los clientes para saludarlos, comentar la jugada y servirlos.
¿Cuál es la historia de esta bodega?
La Marín nace como ultramarinos en 1916 en manos de Enrique Marín. En 1941 la coge otro Marín, Emilio, que no es pariente del primero. En 1961 pasa a Encarna Marín, que a pesar de llamarse igual, tampoco es de la misma familia: parece mentira, ¿verdad? Ella y su marido Fernando son los que convierten el local en bodega y comienzan a ofrecer croquetas y tapas a los clientes, costumbre que yo misma conservé cuando nos traspasaron el local en 1991.
Por aquí han pasado mil personajes: ¿qué destacarías?
Armand era un señor muy simpático que cuando alguna chica preguntaba por el servicio, él preguntaba a qué servicio se refería, que él ofrecía el servicio de 'tocador'. Nuestro gato, Mini, también era muy famoso: estaba en su sillita y todo el mundo le saludaba, era parte del local desde que lo cogieron hasta 2010.
¿Cuál es la situación actual de la bodega?
En peligro de extinción por incertidumbre con la nueva propiedad del inmueble.
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