Homofonía simpática: el Bar Verat es un restaurante de barrio pegado a la estrella Michelin de Santa Coloma, el Lluerna. "No queremos que la gente piense que esto es Lluerna a lo económico, porque no lo es", dice Victor Quintilià. Y no lo es: tienen cocinas separadas. Y ejercen el eslogan del súper, "'la calidad no es cara". Tiene aspecto de bar de currante fino –ventanales de vidrio, manteles-menú de papel,mesas juntas– y una relación calidad-precio brutal. Quintilià se explaya con platos de casa de comidas ('capipota' impecable, 6 euros; canelones de asado, 5,50 euros) y reinvención de la taberna haciendo oreja de cerdo con 'kimchi' y berenjena con praliné y yogur (un trampantojo de bravas donde podréis masticar su genio). Tienen tres fórmulas de tapeo para probar de todo. Y aunque le añadáis el metro, sale más a cuenta que un restaurante de la capital en sábado.
No sólo existen restaurantes con estrellas Michelin en el centro de Barcelona, la cocina creativa y los restaurantes de autor traspasan las fronteras de Barcelona. Hay una explosión de creatividad gastronómica en la periferia metropolitana. Inexplicablemente, poco aprovechada por los 'barcelocéntricos': es más difícil ir de Sants al Putxet que de Sant Boi al Prat. Os emplazamos a hacer media hora de transporte público, y poner el pie en restaurantes como estos: honestos, cercanos, y donde cada euro se estira al máximo para poner producto del Parque Agrario en la mesa. ¡El cinturón metropolitano de la buena comida!