Bar Bocatini
Foto: Irene Fernandez | Bar Bocatini
Foto: Irene Fernandez

¿Dónde comer barato en Barcelona?

Una selección de 15 restaurantes excelentes para comer bien y económico

Ricard Martín
Publicidad

¿Dónde comer barato en Barcelona? Os ayudamos en la épica tarea de encontrar restaurantes buenos y baratos donde comer en Barcelona. Un asunto que, con la subida del IPC y el coste de la vida, es cada vez más difícil. Ahora bien, os aseguro que si lleváis a alguien a comer a uno de estos restaurantes, el único tipo de interés que valga seréis vosotros, por haber acertado el tiro. Porque todo el mundo sabe comer gastándose 250 euros en una Michelin en Barcelona, pero lo difícil es encontrar buen lugar donde salir satisfecho por 15 o 17 euros. Y si queréis ir a precio fijo, aquí tenéis los mejores menús de mediodía de Barcelona

NO TE LO PIERDAS: Y si tu presupuesto tiene un límite marcado, aquí tienes una lista de los mejores menús de mediodía de Barcelona

Haz clic aquí si quieres más información sobre nuestros estándares editoriales y nuestras directrices éticas para crear este contenido.

Time Out Market Barcelona
  • Qué hacer
  • El Gòtic

Time Out Market reúne la mejor comida y cocineros de una ciudad bajo un mismo techo. En Barcelona está en la terraza-mirador del Maremagnum, en un espacio, de 5.250 metros cuadrados, que acoge una cuidada selección de 14 chefs, un restaurante de servicio completo y cuatro bares: dos de ellos al aire libre, con vistas espectaculares al mar y la ciudad. La elección de cocinas es una representación de la diversidad gastronómica de Barcelona, ​​desde los arroces y la cocina catalana, hasta la carne y el pescado más selectos, pasando por la pizza, los tacos, las hamburguesas, las tapas... Es un concepto flexible que te permite comer a medida, a la hora que tú quieras y ajustarte a tu presupuesto de una manera sencilla.

  • Sants - Montjuïc
  • Crítica de Time Out

La segunda vida de la Bodega Montferry es donde estuvo el Bar La Montañesa, "un local que durante los años noventa se reconvirtió en un bar de menú, pero que en origen era una bodega.

Tras tener que cerrar de su primera sede, el verano de 2022 se establecieron unas calles más abajo. Todo ha cambiado para seguir igual: mantienen los precios populares y una extraordinaria relación calidad-precio. Que te salta a la boca cuando comes un bocadillo de mollete de fricandó (6 €) o de berenjena confitada con hummus y olivada (4,8 €). Y por supuesto, un repertorio de cocina por bodega breve, pero para mojar pan y hecho al momento: capipota y tripa, albóndigas con calamar, oreja con garbanzos... ¡Alegría!

  • Catalana
  • Sant Antoni
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out

Bernat Dalisay, nacido en las Filipinas, llegó a Barcelona hace 25 años, casi los mismos que ha estado trabajando de cocinero. Pasó 11 trabajando en una marisquería, y los 11 siguientes cocinando en Gelida, uno de los grandes restaurantes populares de Barcelona. Bo de Bernat, abierto en verano de 2002, es su restaurante propio. Y sigue el mismo esquema: casa de comidas familiares a precios populares, con una larguísima carta de cocina catalana y todo elaborado desde cero.

Y ha acertado: la gente llena el local con toda la razón del mundo. Porque por 15-18 euros, solo carta, esto es una fiesta mayor del chup-chup, el guiso y el vino bueno a raudales. Sí, están las míticas carrilleras de cerdo –melosas y con la corteza tostadita– y todo el repertorio conocido, pero también cosecha propia, como unas croquetas de fricandó brutales. Las cartas kilométricas no fomentan la confianza, pero una vez has comido aquí, certificas que esto no es un 'hartapobres', sino un restaurante popular serio como pocos quedan. 

Publicidad
  • Gràcia
  • Crítica de Time Out

Pablo Lagrange (argentino, ex-Noma, Mugaritz, Tickets), Lucía Aguilar (peruana, ex-Enigma, GoXo, Boragón de Santiago de Chile) y Ricardo Mateo tienen un pequeño local en Gracia dedicado al choripán, un bocadillo de chorizo ​​criollo y chimichurri muy apreciado en América Latina. Todo lo hacen ellos desde cero: el embutido lo elaboran con cerdo Duroc y un poco de ternera, cocinado en el horno de brasa Pira. El pan es de tipo francés, con buen muelle para contener la grasita de la carne y el aceite de las salsas. El chimichurri se hace con hierbas frescas, vinagre y aceite de calidad, y la salsa criolla con chiles chipotle y habanero lactofermentados. Todo por 8 €. Con patatas fritas abundantes y una bebida de cola casera, o cerveza artesana, sales comido por 14 euros. Choripa es más que un local de comida rápida: es artesanía, técnica, rigor, espíritu colectivista y la demostración de que se puede ofrecer un producto de altísima calidad a un precio muy razonable.

  • Bar de bocadillos
  • El Parc i la Llacuna del Poblenou
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out

Situado en una esquinita de Marià Aguiló con Ramón Turró, La Esquineta es un pequeño obrador-tienda de pizzas, bocadillos y rolls de precios muy ajustados y buena calidad, que planta cara a todos esos sitios avariciosos que aspiran a clavarte siete euros y medio por una porción cuadrada de pizza. Se definen como comida rápida artesanal, y no hay trampa en la definición: mientras haces el pedido y haces cola –que suele haberla– verás el obrador donde amasan el pan de pizzas y bocadillos.

Tienen tres líneas: los bocadillos camperos –plancheados, con pan de mollete, pollo, ternera o cerdo guisados a fuego lento, tomate seco, queso grana padano, mayonesa y lechuga, también en versión vegetariana–; porciones de pizza de masa gruesa y bien alveolada, signo inequívoco de una buena fermentación; y los rolls de la casa. Estos últimos son un éxito, sobre todo el vegetariano: dos enormes rectángulos de pan casero, rellenos de falafel de remolacha, cogollo de lechuga, cebolla, tomates, pepinos y salsa de yogur vegana (también los encontrarás en muchas otras versiones, claro). Por un billete de diez euros, te llevas tu caprichazo y tienes una buena noche de sofá y tele (también puedes comer en la barra).

Publicidad
  • Española
  • L'Antiga Esquerra de l'Eixample
  • Crítica de Time Out

Que un local sea enorme y pensado para satisfacer a las masas no siempre es algo malo. Un buen ejemplo es Vinitus, del Grupo La Flauta. Como su venerable pariente de la calle Aribau, La Flauta, abierto en 1984, aquí la cosa va de tapas, platillos, cocina tradicional con platos comunes en toda España y ese concepto madrileño a veces intraducible por aquí que es el montadito. Esta gente no inventa la pólvora ni sigue las modas, simplemente se dedican a hacer tapas de toda la vida y raciones suculentas de arroces, guisos a fuego lento que piden pan para mojar y un repertorio de tapas recurrentes que ellos defienden desde hace décadas, mucho antes del auge del gastrobar (si alguien ha popularizado los dados de solomillo en Barcelona o las alcachofas rebozadas, son ellos).

Sea como sea, la gente llena el Vinitus desde 2014, el año en que abrió sus puertas. Vinitus no es ni cool ni tiene toques asiáticos, pero logra el pequeño milagro de ser un macro-restaurante en la esquina del paseo de Gràcia frecuentado casi exclusivamente por locales (por cierto: no se reserva mesa; la gente se sienta por estricto orden de llegada). ¿La razón? Una notable relación calidad-precio, gracias a la cual puedes comer una buena cantidad de platos a la carta sin superar los 25 euros. Comer bien a la carta en Barcelona por ese precio no es ninguna tontería. Todo platos sabrosos, con producto más que decente y bien preparados: brocheta de merluza y calamares, pulpo a la gallega, habitas salteadas con panceta ibérica, butifarra con judías, manitas de cerdo deshuesadas… Tú lo pides, ellos lo tienen.

  • Bar de bocadillos
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out

La filosofía de Joan Gurguí, chef y propietario de la Bikinería, es que cada restaurante y propuesta culinaria debe valorarse en su medida: "Tú puedes tener el mejor bocadillo de fuet del mundo, o puedes hacer uno que sea un horror. Lo mismo pasa con los menús degustación, que los hay sin pies ni cabeza o que pueden ser sublimes". Y desde 2018 con la primera –y desaparecida– Bikinería del Mercado del Ninot, ha aplicado esta convicción para hacer el mejor bikini posible.

En primavera de 2024 inauguró La Bikinería de paseo de Sant Joan como restaurante insignia. Es un restaurante espacioso y con horario ininterrumpido, y ha dado el salto de bar de bikinis a restaurante de bikinis por prestar atención a todos los detalles: el café, de especialidad y hecho con una Marzocco, y algunas tapas cuidadosas para flanquear los bikinis: la ensaladilla rusa de la casa puede competir con la de cualquier bar de tapas de renombre. Pero claro, aquí la parte importante son los bocadillos planchados, con el punto de tostadito del pan –y que evita el efecto húmedo de la sandwichera casera– clavado con precisión. El gran éxito de la casa, que apareció como fuera de carta y se ha quedado, es un fabuloso bikini de pollo a l'ast. ¡Por 15 euros, te calzas dos bikinis extraordinarios y una cerveza muy bien tirada! ¿O es que alguien se plantea cenar un bikini y se come solo uno? 

Publicidad
  • Sant Antoni
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out
Comidas caseras. Ya son pocos los lugares que pueden definirse así, como Can Vilaró. Un histórico, un clásico, un auténtico. Ubicado frente al majestuoso y renovado mercado de Sant Antoni, Sisco y Dolors reciben diariamente como en casa toda una legión de clientes fieles que ya saben qué elegir. Sin menú, solo una carta de precio muy atractivo y platos del día.
I debe ser uno de los restaurantes serios de Barcelona -con todo hecho desde cero y producto de escrupulosa temporada- donde se come mejor de precio a la carta. Con 17 euros para gastar, esto es un festival de habas a la catalana y pies de cerdo con setas, por citar un recorrido. 
  • Bares de tapas
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out

Este es el pequeño milagro: Bocatini es un bar de barrio en un lugar donde no hay barrio, dice Javier Aragón. Con precios de barrio y calidad notable. Y una oferta casi inédita en la ciudad: el plato combinado a la carta. A partir de una base que escoges –butifarra, lacón a la gallega, calamares a la andaluza...– añades dos guarniciones –judías verdes con jamón, tortillas variadas, croquetas de ibérico, ensaladilla rusa, rovellones a la plancha ...– y terminas comiendo bien y rápido por 11 euros, bebida incluida.

La calidad es buena y saben lo que hacen. Butifarras y salchichas son de Calaf, la chistorra es de Navarra de la de verdad, y el pescado del día es fresco. La plancha del bar está impoluta, y cada mañana Asunción Alonso prepara las guarniciones (la ensaladilla rusa está para chuparse los dedos, y las tortillas de patatas y verduras, también). El bar es una preciosidad vintage de pulcro bar detenido en el tiempo, y el trato es familiar, de segunda casa.

Publicidad
  • Nou Barris
  • precio 1 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

¿Un restaurante gallego que se llama A Garrotxa? "En Galicia, una 'garrocha' es la raíz gruesa de un matorral llamado 'uz', que se utilizaba para hacer carbón, una materia prima fundamental", me explica Jesús Pérez (sala), copropietario de A Garrotxa (Avenida de Río de Janeiro, 135) junto a su pareja, Manoli Rodríguez (cocina), que lo regentan desde 1990. "El primer propietario escribió el nombre de 'garrocha' mal y así se quedó el cartel", ríe Rodríguez, frente a este nombre híbrido entre la Catalunya y la Galicia profundas.

No es que A Garrotxa sea un secreto para los vecinos, sino para los foráneos de Nou Barris. Estamos en uno de esos restaurantes descentralizados con una relación calidad-precio extraordinaria. Pido espárragos a la brasa con romesco (práctica de riesgo, a menudo castigada con una mierda aceitosa y escueta en los menús de mediodía). Aquí es, nada menos, que un plato de espárragos con sabor a brasa porque los han hecho a la brasa (el horno de leña te mira mientras pagas en caja). De carta, especialidades telúricas son la 'sartén de zorza' –dados de cerdo encurtidos y macerados con patatas– o el botillo, embutido emblema del Bierzo: intestino de cerdo relleno de chuleta adobada de cerdo y asado, con patatas. Por algo más de 20 euros esto es un festival de alta intensidad.

  • Argentina
  • Esquerra de l’Eixample

El concepto de Pibä –qué nombre más curioso, parece que volvemos a la era de Mötley Crüe– es sencillo y efectivo: un bar-restaurante que te sirve brochetas en una canasta (algunas hechas a la brasa) acompañadas de patatas fritas y que te comes con las manos (el concepto recuerda un poco los antros de la costa de Guirilandia que te ponen en una cesta pollo a l'ast y patatas para devorar sin cubiertos).

La diferencia es que aquí el producto es óptimo, la cocción está en su punto, y las patatas fritas buenísimas. PiBä es el invento de un cocinero argentino de altos vuelos, Daniel Tolosa, que quería "ofrecer un producto gourmet a un formato simple y descontracturado", explica. Por poco más de 15 euros, indulgencia de unas brochetas de entraña con salsa criolla y chalota caramelizada, fritas y cerveza, por ejemplo, y el menú de mediodía (con empanada bien hecha incluida) es muy recomendable. Bueno, rápido y barato. 

Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad