Casa Almirall
©Iván Moreno | Casa Almirall
©Iván Moreno

Los bares y restaurantes más antiguos de Barcelona

17 lugares con mucha historia, la mayoría centenarios: ideales para comer y beber y notar y disfrutar el paso del tiempo: ¡ordenados de mayor a menor antigüedad!

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Barcelona es una ciudad con una larga tradición de hostelería y de gastronomía: y tenemos la suerte de poder disfrutar de establecimientos que son testigos vivos. Locales que tienen más de cien años de vida, que han mantenido su nombre y actividad y que además de dar servicio, aún funcionan como ejemplo de los primeros restaurantes que se abrieron en Cataluña.

En esta selección encontrarás a algunos de los que están más en forma, y que son mucho más que una fachada patrimonial: sitios de cocina tradicional, bares de tapas o algunas de las mejores coctelerías de Barcelona. Visitadlos, si no queréis que, en un futuro no muy lejano, la fachada de madera modernista sea la carcasa de una tienda... Pues de eso, de carcasas.

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  • Catalana
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 3 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Este histórico local, entre los más antiguos de Barcelona, se fundó en 1898 como tostador de café y fábrica de barquillos. En 1916 se convirtió en una tienda de productos alimenticios de calidad, y en 1943 tomó las riendas la familia Múrria. Conserva elementos decorativos de la época, como los rótulos y anuncios tintados al fuego, con copias de los carteles originales que Ramon Casas hizo para Anís del Mono y Codorniu, y unos majestuosos escaparates acristalados.

  • Catalana
  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • Crítica de Time Out

Está documentado que en 1786 abrió el restaurante más antiguo de Barcelona, también de Cataluña. En 1958 la familia Agut-Manubens se hizo cargo, siguiendo con su línea y con una fórmula simple, pero infalible: cocina de calidad –entonces no decían tradicional, era cocina catalana a palo seco– buen trato y buena relación calidad-precio. Las manitas de cerdo, el 'bacallà a la llauna', el guiso de jabalí o el lechón a la catalana son algunos de los platos icónicos que mejor representan la identidad de este restaurante.

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  • Ciutat Vella
Bar Marsella (1820)
Bar Marsella (1820)

Fundado en 1820, es el bar más antiguo de Barcelona y arrastra la fama de ser una madriguera de absenta. Visitarlo es como hacer un viaje en el tiempo, puesto que se ha mantenido casi intacto desde que abrió. Todavía conserva el suelo hidráulico, las luces de araña, los espejos pintados y las mesas de estilo modernista, que hacen de este local una auténtica joya.

  • El Gòtic
  • precio 3 de 4
  • Crítica de Time Out
Los Caracoles (1835)
Los Caracoles (1835)

Fundado en 1835, este restaurante ha pasado de manos de padres a hijos durante cinco generaciones. Visitar Los Caracoles, con sus paredes llenas de fotos antiguas, es como hacer un paseo por la historia contemporánea de Barcelona. Es uno de los imprescindibles de la cocina tradicional catalana: 'esqueixada', canelones, cabrito al horno y, por supuesto, caracoles son algunos de sus principales reclamos. En septiembre de 2020 Telecinco informó que este mítico restaurante cerraba por la pandemia, pero nada más lejos de la realidad: Los Caracoles sigue abierto como siempre. Y es un local en el corazón del Gótico que nunca ha bajado la calidad de su comida: hazles el favor de ir.

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  • Española
  • La Barceloneta
  • precio 3 de 4
  • Crítica de Time Out
7 Portes (1836)
7 Portes (1836)

Un restaurante abierto en 1836 y situado en uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: els Porxos d'en Xifré, en la Barceloneta. Por si fuera poco, llega al siglo XXI convertido en referente de la cocina tradicional catalana: canelones, arroces, buñuelos de bacalao, categorías de las cuales él es paradigma. A lo largo de sus casi dos siglos de historia han coleccionado anécdotas con artistas y otros personajes ilustres. De hecho, Picasso quedó a deber un buen puñado de cafés y Miró se inspiraba en sus platos para componer su obra. Y el tipo que diseñó la etiqueta de su vino es el que hizo el logo de I LOVE NY. Si su arroz fue suficientemente bueno para Orson Welles o el Che Guevara, tú le tendrías que hacerle genuflexiones.

  • Bodegas
  • El Raval
  • Crítica de Time Out

Cuando entras en el Almirall, te enmudece la madera sinuosa, las luces de alabastro, la atmósfera de seductora nocturnidad: te encantaría ser un pícaro de Montalbán o un heredero de Segarra para quedarte para siempre jamás haciendo vermuts o absentas uno detrás de otro, charlando con los parroquianos, mirando a través de los cristales una calle que es más entretenida que todos los canales de la tele.

Son muchas las generaciones que lo han hecho: el local es de 1860, cuando Manel Almirall abrió una tasca con bodega. Se dejó los ahorros: preciosos muebles modernistas, barra de mármol italiano, puertas espléndidas de madera... Bonito de verdad.

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  • Cafés
  • El Raval
Hay hábitos, costumbres y tendencias que, afortunadamente, nunca pasan de moda. Una de ellas es, en esta Barcelona a veces poco identificable, regalarse un desayuno o una merienda en una de las granjas históricas de la ciudad. La Viader es la patria del Cacaolat. Y su chocolate, sobre todo la taza de suizo, no tienen competidores. El encanto del local, los camareros de toda la vida y el pintoresco cuadro que conforma la clientela hace que el café también tome un sabor nostálgico y evocador. Sobre todo porque abrió el 1870 ¡y lleva cinco generaciones dentro de la misma familia!
  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Els 4 Gats
Els 4 Gats

Fue en 1897 cuando Pere Romeu y los pintores Santiago Rusiñol, Ramon Casas y Miquel Utrillo abrieron los 4 Gats a imagen y semejanza del cabaret Le Chat Noir de París en los bajos de la Casa Martí, edificio modernista de Josep Puig i Cadafalch (1896). Rápidamente, se convirtió en un punto de reunión del talento cultural de esos tiempos y centro ideológico de la vanguardia artística. Por su sala y sus tenedores, pasaron, entre otros ilustres personajes, Gaudí, Albéniz, Enric Granados y un joven Picasso, que creó la imagen de la carta.

Este icono del Gòtic quizás ya no sea un punto clave en la escena creativa de este país, pero sí que ha conseguido mantener la identidad en la zona cero del turismo. Por un lado, gracias al inmaculado mantenimiento de su valioso patrimonio modernista. Por otro, mediante una carta de cocina catalana con una modernización prudente y producto de alto nivel, llena de pescado fresco, arroces y platos que hablan de la cultura catalana: buñuelos de bacalao, esqueixada, mar y montaña...

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  • Mediterránea
  • La Barceloneta
  • precio 3 de 4
  • Crítica de Time Out
Can Solé (1903)
Can Solé (1903)

Cuando abrió, en 1903, Can Solé era un restaurante frecuentado por los pescadores de la Barceloneta. 118 años después se ha convertido en un establecimiento emblemático, especializado en pescado, marisco y arroces. El restaurante ha pasado por las manos de cuatro generaciones de la misma familia, sirviendo cocina marinera tradicional con productos frescos. Vázquez Montalbán dejó dicho que aquí hacían uno de los mejores arroces del mediterráneo, y nosotros no somos nadie para llevarle la contraria.

  • La Barceloneta
  • precio 1 de 4

Una de las bodegas más auténticas de la Barceloneta. Antes de abrir, en 1908, este local suministraba electricidad al barrio de pescadores. Se ha convertido en uno de los imprescindibles para los amantes del vermut. Tanto, que es habitual ver colas los fines de semana. El buen ambiente y las tapas caseras son los principales argumentos de este bar emblemático. La más popular de todas es la ensaladilla de cangrejo, pero su tortilla de patatas tampoco es manca. 

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  • El Poble-sec
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out

Este bar es, sin, duda, una de las grandes joyas modernistas de Barcelona. Abrió en 1912 como confitería, claro, y ha pasado por muchas etapas. La encarnación que muchos recordaréis es la de bar normal y corriente de finales de los 90: sin carisma gastronómico especial, pero el brutal encanto de la madera y los espejos del antiguo escaparate hacían que tomar una cerveza normal y corriente fuera toda una experiencia.

En 2017 el grupo de restauración especializado en alta coctelería La Confitería -fanáticos del sitio, ya veis qué nombre tienen – asumió la gestión y le lavó la cara. Esto incluye también una carta de cócteles excelentes a precio asequible. Algunas de más complicadas y aparatosas, otras reformulaciones de clásicos. Como por ejemplo el Carmen de Mairena: una deliciosa y picante derivación ravalera del Bloody Mary con vodka, curry y comino. No os perdáis tampoco sus 'neopiscos'.

  • Catalana
  • El Raval
  • precio 2 de 4
  • Crítica de Time Out

Del mismo modo que se ha recuperado el origen modernista de este histórico establecimiento, abierto en 1924, también se ha recuperado su patrimonio gastronómico original: una casa de comidas catalana. Albóndigas con sepia, bacalao a la lata, fricandó, capipota con garbanzos, 'trinxat', son algunos ejemplos. Mención especial merece la extensa carta de vinos catalanes y la de cócteles con licores catalanes y con nombres dedicados a personajes 'nostrats', como Joan Capri y Pere Gimferrer. Y la manduca es tan exquisita como la restauración que se ha hecho del local, un trabajo de orfebrería patrimonial. ¿Que no es centenario? Bueno, a finales del siglo XIX era una bacaladería, o sea que ya lo tenéis. 

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  • El Poble-sec
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

En una construcción hecha para la Exposición Universal de 1929 y en lo que se suele llamar un marco incomparable, este restaurante es un oasis de paz y naturaleza. De hecho, es tan evocador que dan ganas de escribir poemas en las servilletas. En la primavera de 2025 el Grup Confiteria reabrió el restaurante de la Font del Gat, una obra de Puig i Cadafalch de 1925, situada dentro de los Jardines de Laribal. En 1908 estos se convirtieron en los primeros jardines públicos de Barcelona, donde las clases populares iban a hacer fontades, fiestas con baile, bebida y comida alrededor de la fuente. Y la intención del Grup Confiteria es que siga siendo así.

  • Bares de tapas
  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera
  • precio 1 de 4

Abierto en 1929, El Xampanyet se ha convertido en una de las tabernas de culto de la ciudad. Es un establecimiento familiar que ya ha pasado por tres generaciones sin perder su esencia. Nació con el nombre de Can Esteve, pero se rebautizó en 1972, puesto que popularmente se lo conocía como ‘Xampanyet’, una de las bebidas más populares del local. Es famoso por sus anchoas, que ellos mismos confitan. Las paredes de baldosas, los carteles antiguos y las mesas de mármol evidencian la historia y la autenticidad del establecimiento.

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  • El Gòtic
Cafè de l'Òpera (1929)
Cafè de l'Òpera (1929)

Uno de los pocos cafés modernistas auténticos que han sobrevivido al paso del tiempo. Desde que se inauguró, a principios de 1929, no ha cesado su actividad, ni siquiera durante la Guerra Civil. El edificio forma parte del patrimonio histórico de la ciudad y recientemente ha sido restaurado por el arquitecto Antoni Moragas. Y quizás su oferta gastronómica no es nada del otro mundo, pero puedes entrar a tomarte un café con leche y unos churros sin que te peguen un sablazo ridículo, y el lugar todavía conserva su 'charme'.

  • Coctelerías
  • El Raval
  • precio 2 de 4
  • Crítica de Time Out

Esta fascinante guarida que parece estar parada en el tiempo todavía conserva mucha brillantez del pasado y ofrece un servicio de coctelería espectacular. Y si tenéis dudas sobre el atractivo del Boadas, repasad los cuadros de la pared y comprobaréis la cantidad indecente de actores, pintores, escritores y otras bestias de la bohemia que han bañado sus hígados a lo largo de los años de este bar. Boadas abrió en 1933 y significó la inauguración de la coctelería contemporánea en Barcelona y en España, como quien dice. Si fue lo suficientemente buena para abrevar a Vázquez Montalbán y Hemingway, por ejemplo, para ti también debería serlo.

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  • La Barceloneta
  • precio 1 de 4
  • Crítica de Time Out
La Cova Fumada (1944)
La Cova Fumada (1944)
Un establecimiento que a pesar de no tener cartel, todo el mundo conoce por su nombre. Abrió en 1944 –¡de acuerdo, solo tiene 77 años! Pero hemos querido ponerlo en una lista de locales venerables– y ya han pasado tres generaciones familiares por sus fogones. Es un bar de tapas mítico que conserva mejor que nadie la esencia de la Barceloneta. La mejor prueba de esto es su bomba, la tapa más popular del establecimiento y la única original de Barcelona. Pasan los años, pero no baja ni la calidad ni la energía... Aquellas tostadas con alioli casero... Aquellos garbanzos con callos... Aquellos cachos de pulpo guisado... ¡En la cima de los clásicos populares!
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