El Far de Sant Sebastià, a Llafranc
Foto: Shutterstock | El Far de Sant Sebastià, a Llafranc
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17 restaurantes buenísimos cerca de Barcelona para una escapada gastronómica

¡Es fin de semana: cojamos carretera y manta y hagamos turismo gastronómico! A un golpe de volante –o de tren– hay lugares increíbles para comer

Ricard Martín
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Tienes ganas de salir de los límites urbanos, ¿verdad? De tomar el aire. De carretera y manta. Muy cerca de Barcelona, tenemos pueblos preciosos y lugares para estar en contacto con la naturaleza. Os hemos preparado esta pequeña –pero cuidadosa– selección de restaurantes y hostales para hacer parada y fonda cualquier fin de semana y disfrutar del territorio catalán por la vista y el paladar. Son pequeñas grandes escapadas muy cerca de la ciudad. ¡Y podremos decir aquel tópico que nos gusta tanto a los barceloneses: se come como en Barcelona, pero más barato!

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  • Cocina creativa
  • Peralada
  • precio 3 de 4

El Grup Peralada hizo un movimiento sabio incorporando el binomio Xavier Sagristà-Toni Gerez en su restaurante: en 2017 querían elevar el nivel gastronómico del castillo llevando la cocina del paisaje del Empordà al Casino y cantaron blackjack con la primera Michelin. Sagristà, un chef tranquilo y pausado, ajeno en la medida de lo posible de la presión competitiva de las estrellas, pudo trabajar con calma y medios. Y esto lo evidenció una cocina maravillosa, que continuó la línea que inició hace muchos años en el ya desaparecido (e histórico) Mas Pau. 

A la muerte de Sagristà, en el 2021, le reemplazó el chef Javi Martínez, un hombre de la casa que trabajó durante 15 años con Sagristà y que Gerez define como "el hijo de Xavi en la esfera culinaria". Y como suele decirse, todo cambia para seguir igual: en la cocina de Martínez pervive un estilo de alta cocina que, aunque sea amable y con fuertes raíces en el paisaje, tiene un espíritu de autor y vanguardia innegable. Y el menú degustación de 2025 tiene un enfoque más atrevido y minimalista, pero manteniendo una base de cocina de fondo, caldos y salsas madre de cocción lenta.

El protagonismo de la carta recae en el mar y montaña, con platos de creación que reflejan el espíritu local y de temporada, como una flaona –la pieza de pastelería que solo se puede comer en Figueras– que en lugar de ir rellena de crema va con liebre guisada y pera, o fideos a la cazuela con guiso de tendones y gamba roja, una sorprendente versión del mar y montaña. El menú degustación es una maravilla: 18 pases por 165 €, con un momento culminante en el carrito de quesos de Toni Gerez, único en Europa con 200 referencias. También existe la opción de un menú más corto, de 13 pases por 135 €, con los platos clásicos de esta casa imprescindible.

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  • Hoteles
  • Granollers (Vallès Oriental)

Clásico en mayúsculas. Pocas empresas pueden decir que están en funcionamiento desde el año 1771. La Fonda Europa, en el centro urbano de la capital del Vallès Oriental, no para de renovarse, pero al mismo tiempo conserva un aire histórico y una elegancia únicos. Y si por alguna cosa tiene fama es por su restaurante, por donde han pasado infinidad de personajes famosos que buscan el placer de una buena comida tradicional catalana, de calidad, ya sea al mediodía o a la hora de desayunar. Aquí pervive la cocina de platillo -un guiso con picada- en su máxima expresión, con platos como los pies de cerdo con calamares y albóndigas, por ejemplo. Para dormir, parada y fonda en cualquiera de sus 37 habitaciones.

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  • Catalana
  • Sagàs (Berguedà)
Els Casals (Sagás)
Els Casals (Sagás)

Magnífico hotel rural rodeado de huertos y de animales, ideal para reposar unos días y muy adecuado si vais con niños. Tiene diez habitaciones, todas exteriores, y tres con sala de estar. De la misma finca salen los alimentos que luego se sirven en el restaurante, con una cocina de primera calidad y muy marcada por la estacionalidad del producto, y que le ha valido grandes reconocimientos en los últimos años: el máximo, la estrella Michelin, claro. También se pueden comprar los embutidos de elaboración propia. 

Comer cerdo aquí es tener la certeza de que comerás el mejor cerdo posible de Cataluña. Pie de cerdo deshuesado, mollejas de ternera de leche embutido como una catalana con chalota, nabos y calabaza, poesía porcina. Y el precio es óptimo, uno de los Michelin catalanes más asequibles.

  • Comer

Hiu (Carrer de la Llibertat, 5, Cambrils) es una escapada de fin de semana perfecta. Dirigido por el chef Sergi Palacín, conocido por su trayectoria en The Alchemix, este restaurante combina la esencia del mar y montaña catalán y de Cambrils con los sabores vibrantes del sudeste asiático. Tras diez años en Tailandia, Palacín logra fusionar con coherencia Cataluña y Asia: prueba de ello son la croqueta de pollo satay o un espectacular temaki de tartar de cecina con kimchi, donde el dulzor y el picante se entrelazan de manera memorable. Con menús degustación de 13 pases por 80 € y el clásico de 8 pases por 50 €, el restaurante ofrece una experiencia de técnica, creatividad y sabor a un precio muy ajustado, especialmente si se compara con las tarifas de otros grandes restaurantes de Barcelona.

Con platos de gran complejidad como el fricandó de carrillera de atún con trompetas de la muerte, Hiu no solo aporta innovación, sino también un conocimiento profundo de la cocina tradicional catalana (y encaja perfectamente en un entorno suculento y clásico como el de la cocina cambrilense). La carta de 140 vinos, diseñada por Judith Palacín, hermana del chef y sumiller del local, se complementa con una kombucha casera que marida con los platos centrados en la fermentación.

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  • Comer

En un rincón discreto de la Costa Brava todavía hay lugar para milagros como el hostal Tots Som Pops (Onze de Setembre, 7. T. 972 38 91 96) en Colera. Joan Campos y Carme Rodrigo llegaron allí empujados por la crisis inmobiliaria de 2008 y convirtieron el edificio más barato del litoral catalán en un hostal familiar que rechaza la masificación. Cuatro habitaciones, cuarenta cubiertos y ninguna intención de crecer. “Con un servicio lleno, ya tenemos suficiente”, dice Campos. Y suficiente significa mucho: ensaladas con tomates de Vilafant y sardinas ahumadas, carnes a la brasa generosas, arroces bruts del Empordà escandalosamente buenos y raciones tan abundantes que el cocinero promete reducirlas… pero nunca lo hace.

Todo aquí respira coherencia y territorio: el pescado llega de la lonja de Llançà, las carnes de una pequeña ganadera de Osona y los vinos, todos, son DO Empordà. En la sala, decorada con vinilos y un homenaje a La Trinca –el nombre del restaurante viene de su tercer disco–, el tiempo se ralentiza entre cazuelas humeantes y clientes habituales que regresan semana tras semana. Colera, con sus dos playas de piedra y su aire tranquilo de pueblo fuera del radar, es un pequeño recordatorio de cómo eran las cosas antes de la absurda masificación del turismo.

  • Hoteles
  • Torrent
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Más que un hotel, esto es un sueño de piedra y verdor: Mas de Torrent es una masía del siglo XVIII que en 1988 fue reconvertida en hotel de lujo. Tú vas disfrutando del paisaje Tolkeniano del Empordà, y de repente emerge este domo del lujo. Pero no lujo 'bling-bling' o llamativo, sino lleno de serenidad y calma. En 2019, Único Hotels reformó y actualizó el complejo hotelero, que se incorporó al exclusivo sello Relais & Chateaux. El hotel ha conservado su fachada y un interior inmaculado de bóveda catalana y suelos con baldosa de adobe hechos a manos. Si sube al segundo piso, encontrarás murales con escenas catalanas de Josep Maria Sert. Este es un lugar para desconectar, si te lo puedes permitir: hay una piscina, claro –¡muchas suites tienen piscina individual!– y justo enfrente del edificio principal se esconde un spa de 600 m2, con piscina climatizada, cuatro salas de tratamiento, sauna seca y hammam, sala de fitness y circuito de aguas.

Comer en cualquiera de los dos restaurantes del hotel es todo un festival: en el gastronómico encontrarás una carta con un espíritu cercano al de la buena mesa de Josep Pla, es decir, al legado del Motel y a la modernización del mar y montaña, además de un menú de mediodía con platos como arroz de butifarra con verduritas de temporada y taps del Empordà con crema de ratafía. El restaurante de la piscina también es una delicia: cocina a la brasa, donde la leña añade un toque delicioso a preparaciones como una escalivada con anchoas, tan fresca y matizada de sabores como potente, o unas costillas de cordero a la brasa de tamaño y sabor lujurioso: una escapada gastronómica ideal para conocer bien la cocina del territorio. 

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  • Catalana
  • España
  • precio 2 de 4
  • Crítica de Time Out

La Taverna del Ciri ya no es esa fonda con menú de mediodía económico que abrieron Artur Martínez y Marc Ribas en 2013, pero tampoco ha traicionado el espíritu inicial. Ribas, propietario único ahora, apunta a la cocina de fonda en versión ultralocal y gama alta: apuestan por los vinos de Km0. No hay gintónics ni combinados, sino digestivos catalanes centenarios, como la ratafia, y vinos producidos a 20 km del restaurante.

Como dice el chef más mediático de Catalunya, "hago otras cosas, pero la Taverna del Ciri es mi guerra". Esto significa que el Ciri es su apuesta personal por la cocina del territorio, vehiculada a través de platos con innovaciones que salen un poco del patrón musical catalán pero que vuelven siempre vuelto al ritmo ancestral. Y siempre con una trazabilidad de producto cercano modélica. Por ejemplo, unos macarrones rellenos de chanfaina con crema de orégano y queso Ermesenda, o trucha del Pirineo curada en escabeche medieval de agraz. Pero también os esperan platos de toda la vida, como calamares rellenos o pollo con cigalas, siempre con ese toque diferencial brutal.

  • Japonesa
  • Llafranc
  • precio 3 de 4

El emplazamiento es espectacular: un restaurante en un antiguo faro, el Faro de San Sebastià, entre Llafranc y Tamariu, y con unas impresionantes vistas panorámicas. Con el objetivo de conservar el espíritu neoclásico, se han respetado al máximo los elementos originales de la antigua construcción del faro, que preside un acantilado de 170 metros de altitud en un rincón de la Costa Brava donde el mar es el verdadero protagonista, con unas vistas fabulosas. Decir que la terraza es bonita es como decir que Hendrix era un guitarrista competente. 

En la ambiciosa apuesta de Far Nomo, el grupo barcelonés de cocina japonesa refina su oferta de cocina nipona con toques catalanes. La carta ofrece un recorrido por la trayectoria del chef Naoyuki Haginoya en diferentes barras de sushi, 'izakayas' y yakinukus (barbacoa japonesa) en Tokio, y refleja su habilidad y talento en diferentes disciplinas de la cocina japonesa. Siempre con producto autóctono y de temporada. El restaurante presenta novedades como el sashimi coctail de fideo fino de somen con calamar, atún y okura granizado de salsa dashi, o un tataki de bonito al carbón con salsa ponzu. Y por 50 €, el menú degustación de Nao. La elección de hotel es obvia: dentro del mismo conjunto arquitectónico está el Hotel El Far, de encanto y vistas brutales.

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  • Cocina creativa
  • Fuera de Barcelona

El restaurante Terra nació de las cenizas de Cal Sala, todo un referente de la cocina del Berguedà, de las setas y de la Cataluña central. El cocinero Pere Venturós, nacido en la comarca, en 2017 se hizo cargo de un restaurante que durante más de 40 años fue un punto imprescindible de la cocina de las setas en Cataluña (antes había estado en París con Alain Ducasse).

Y el relevo ha valido la pena. Bajo su dirección, Terra se ha convertido en un restaurante que actualiza con acierto la tradición catalana, y que transmite mucho sentimiento con una técnica impecable. Este es un lugar para entender la cocina de la tierra, valga la redundancia, y para disfrutar de los productos de temporada, en rotación constante. Alta cocina a precios contenidos, sobre todo en su menú degustación, siete pasos por 65 €, con algún mar y montaña tan innovador como telúrico: ¡manitas de cerdo con manzana, tubérculos marinados y anchoa de l’Escala! Y para hacer noche, al lado tienes el Berga Resort, centro deportivo, hotel y camping con barraquitas bonitas para hacer lo que ahora llaman 'glamping'.

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  • Catalana
  • Terrassa
  • precio 2 de 4
  • Crítica de Time Out

Historia emotiva y bonita: los abuelos de Artur Martínez, chef Michelin en el Aürt, abrieron un bar en Terrassa en 1952, el Buen Gusto (uno de los nombres más repetidos en la historia de los bares). En 2002, Martínez convirtió el bar paterno en el Capritx, el que fue la estrella Michelin más pequeña de Europa, con apenas cuatro mesas y doce comensales (la ostentó de 2010 a 2017, aguantando quince años con tres fuegos, sin almacén, sin vestuario, sin lavavajillas...).

En marzo del 2020 el chef reabrió El Buen Gusto bajo la forma de una pequeña tasca de vinos, vermuts y tapas donde no se puede reservar y no hay más de seis platos a la carta. El poder de las pequeñas cosas: un vermut de la casa hecho en la casa, cañas bien tiradas a precio de bar (y no de 'gastrobar'), y clásicos de barra, infalibles y sabrosos, que redescubrirás gracias a la mano del chef: bravas, bombas –¡de berenjena agridulce!–, croquetas, anchoas y quesos catalanes, o incluso un huevo relleno de txangurro (hay cierto sabor vasco en la carta). Ideal para ir el fin de semana: y si no tiene sitio, pues te pegas un voltio, compras la comida en su nutrida rosticería, y te vuelves feliz para casa.

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  • Catalana
  • Figueres
  • precio 3 de 4

Si hay algún restaurante que ha marcado la gastronomía catalana contemporánea, este es el Motel Empordà (llamadlo como hacen los locales, el mótel a secas, acento cerrado a la o). Lo abrió en 1961 Josep Mercader, un hombre que venía de aprender la cocina francesa en la frontera y uno de los padres de la cocina catalana moderna -el bacalao a la muselina de ajo no viene de ninguna abuela, se lo inventó él-, y que convirtió un hostal a pie de carretera en un referente a nivel estatal (si Montalbán tenía Casa Leopoldo, Plan tenía su santuario y residencia en el Motel Empordà).

A finales de los años setenta Jaume Subirós se hizo cargo, y hoy todavía continúa al frente del establecimiento con su hijo Jordi. Ya no tiene la Michelin, pero todo el mundo sabe que este es un lugar clave para comer bien y notar, además del buen sabor y la exquisitez de los productos de la tierra y las recetas, el peso de la historia reciente y de una manera hacer. La carta es simple: un menú de temporada que cambia constantemente según mercado.

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  • Mediterránea
  • Tarragona (Tarragonès)

Si a algún restaurante le pega combinar las etiquetas de cocina mediterránea y de autor este es El Terrat Restaurante. Elegancia en la presentación de los platos y exquisitez en el producto, cerca del Balcón del Mediterráneo, y con una decoración de estilo joven y fresco. Recetas muy diversas en un restaurante que hizo un gran salto adelante en el año 2018 con la incorporación del chef Moha Quach, un cocinero lleno de talento que basa su cocina en hacer una reinterpretación gourmet, atrevida y autoral del producto tarraconense, tanto del mar como de la montaña.

Y si ya os los habéis gastado comiendo bien, el Hotel Urbis es un tres estrellas apañado y baratito con un desayuno buffet bastante digno (ojo, no te esperes el Ritz).

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  • Catalana
  • Ribes de Freser

Un 'must' total. Esta fonda centenaria -¡abrió en 1920! - es un referente de la cocina popular en la Girona montañosa. El emplazamiento tiene mucho encanto: a pocos metros del tren cremallera del Valle de Núria y de la estación de esquí de La Molina, es ideal para ir a airearse tanto en verano como el invierno. Pensad que está a cargo del negocio la misma familia desde el día que abrió.

Y su restaurante, Els Caçadors, ofrece una cocina catalana tradicional y de calidad, que apuesta por consolidar recetas de una cocina basada en la calidad de los productos y en la sencillez en la creación de los platos, prestando gran atención a los detalles, y priorizando la utilización de productos autóctonos (son de Slow Food). Y de precios ajustados: si sois huéspedes del hotel, cómodo y pintoresco, en fin de semana os encontraréis un menú excelente a 18 euros, con especialidades como el arroz de montaña con costilla, oreja de cerdo y setas o sus canelones caseros de asado.

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  • Cocina creativa
  • El Masnou
  • precio 3 de 4

Cocina catalana contemporánea, dedicada a los productos de temporada, que se abastece mayoritariamente de la exquisita despensa del Maresme. Miquel Aldana practica una cocina con grandes dosis de creatividad, muy buen producto y una óptima relación calidad-precio. Una buena prueba de ello son los calamares con tocino confitado o unos fenomenales arroces. Y para dormir, pues al Hotel Torino, acogedor establecimiento familiar. 

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  • Catalana
  • Fuera de Barcelona
Hotel Hostal Sport (Falset)
Hotel Hostal Sport (Falset)

Si vais de excursión al Priorat y buscáis un buen sitio para comer, lo mejor es no complicarse la vida: el restaurante del Hostal Sport –que en la región goza de un más que justificado estatus de catedral de la cocina catalana– abre 365 días al año. Y la verdad es que después de pasearse por su carta de cocina catalana, uno no puede evitar pensar cómo nos hacen pagar a precio de oro ciertas cosas, en Barcelona.

Esto no es un rancho de carpantas, sinó un restaurante de cocina tradicional que ofrece finura, proximidad, producto de primera, y ... ¡cantidad! Nada de platitos de montaje fino y mordisco escaso, sinó platazos donde la estética no roba espacio a la pitanza. Por ejemplo, entrantes tanto intachables como unos canónicos canelones de asado con bechamel suave y bien gratinados, o unas delirantemente buenas croquetas de ceps. Los clásicos de la casa son 'platillo' catalán a fuego lento con un pequeño toque personal -como un rabo de toro con paciencia, o un pollo de corral guisado con frutos secos– y mares y montañas de traca, como calamares de playa con papada y sofrito. Y si es la primera vez que visitáis el Priorat, probar el plato prioratino: tortilla con zumo y bacalao. Echad un vistazo a la carta de vino, con unas 230 referencias.

El restaurante refleja la personalidad singular del Hostal Sport: un establecimiento que abrió en 1927 y desde hace cuatro generaciones se ha mantenido dentro de la misma familia, los Domènech. Lo que son inconvenientes en hoteles de grandes cadenas, aquí es proximidad: jardín privado para disfrutar del sol y el vermut, habitaciones no hechas en serie, un servicio de bar permanente, y un restaurante abierto todos los días de la semana, día y noche. ¡Y desayunos de arriero desde tiempos inmemoriales!

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  • Castellar del Riu (Berguedà)
Els Roures (Castellar del Riu)
Els Roures (Castellar del Riu)

Sus responsables lo dicen claramente: "hacemos cocina típica del Berguedà". Así que ya sabéis, en este bonito restaurante, familiar y cálido, podréis probar la cocina de la comarca, guisos, carnes a la brasa, cuando es temporada los platos de setas, también cocina de caza... ¡Ah, y el plat del dimoni!, Que si no sabéis cuál es, aquí lo descubriréis. Si no estáis a tiempo para comer allí o cenar, una opción muy recomendable es entrar a hacer un almuerzo, y seguro que comenzaréis el día con todas las energías renovadas. Y justo delante, tienen una zona de apartamentos con parque infantil, animales de granja, piscina y barbacoa.

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