Este restaurante de brasas del mundo, donde cada plato tiene un toque de fuego –bien sea con brasa, humo o flameado– ha puesto toda la carne a la parrilla, si se me permite el chiste obvio– en su sede del Time Out Market. Y aunque no disponga del monumental espacio de la calle Mallorca, no renuncia al espectáculo: hay un expositor de carnes madurando y se puede apreciar el trabajo de un horno y dos. Podéis esperar una buena variedad de cortes para compartir, y entrantes que se han convertido en clásicos de la casa, como sus brutales croquetas de media de buey. No alteran su filosofía. Todo tiene un toque de brasa: desde la mantequilla ahumada del pan hasta el donut de torrija de los postres.