7 pastelerías originales de Barcelona para triunfar con el postre

Estamos en la era del pannetone. ¿Quién puede decir que no a esta delicia italiana, blanda y aromática? En España el consumo de este icono pastelero se ha multiplicado por 10. Incluso se celebra el concurso del mejor pannetone del estado. Entre más de una treintena de participantes de todo el Estado y un jurado formado por expertos del sector de la pastelería, que han evaluado la apariencia, el corte, el olor, la textura y el sabor, el panettone de la pastelería Ochiai ha sobresalido entre sus competidores por méritos propios.

Y si el pannetone ya es un viejo conocido en casa -que también puede ser- tenéis que descubrir la 'cassata': un helado napolitano en forma de pannetone, que os seducirá con una triple capa de chocolate, vainilla y fresa. Los buenos helados son para todo el año, y este es ideal para llevarlo a la mesa del día de Navidad.

Albert Roca sigue las tesis de Ferran Adrià: "Para mí, innovar es un dogma de fe personal. Innovar es no copiar". Pero en su caso la innovación cuaja en recetas sólidas, y se aplica tanto en pasteles donde la fantasía no se aleja del hecho terrenal como en las pastas de cada día: su cruasán de chocolate, de potente chocolate negro y a la vez finísimo alveolado de mantequilla, es quizás el mejor que he probado nunca. Roca ha convertido la pastelería madre, Badia Roca, en Sant Croi, y el cambio ha servido para ensanchar la oferta del espacio –zumos, bocadillos– pero el espíritu es el mismo: innovación con un pie en la tradición.

La 'pâte à choux' –o 'choux'– es una elaboración capital en la pastelería francesa, de ingredientes sencillos (una pasta de harina, mantequilla, huevo, azúcar y sal) pero con un punto de cocción preciso complejo. Dos catalanes y dos franceses –el pastelero es Aberto, que viene de la partida dulce del Mandarín– han abierto Patachou, una preciosa pastelería-cafetería con obrador. Sus especialidades son la 'pâte à choux' –de sabor neutro, acontece un continente incomparable para delicadezas como el 'chou' de mousse de gianduja con corazón de praliné– y los 'éclairs', como el de coco, vainilla y chocolate. Hacen de todo, pero sobre todo encontraréis pastelería de alta cocina a precio de la de tomarse la pasta y el café (pero a nivel de especialidad).

Las pastelerías señoriales de toda la vida, estén en Sarriá o en el Poblenou, no nos engañemos, suelen ser caras. Aquí entra en juego Xacolata, la casa dulce de Yolanda Rico y Jordi Sala (exjefe de la pastelería de Mas Pau): un establecimiento de proximidad y espíritu de vieja escuela, donde podéis comprar 'tortells', pasteles, bollería y bombones impecables a precios muy, muy competitivos.

Cualquier proyecto pastelero en el que esté involucrada Tacalà Mur (cofundadora de la panadería Cloudstreet) es sinónimo de solvencia, ingredientes naturales y saludables intenciones. El Obrador la Nena, que provee de pasteles la chocolatería homónima de Gràcia, no es la excepción. Sus pasteles y 'plum-cakes' –si probáis el de chocolate y plátano, natural y fresco, no lo olvidaréis– son pura artesanía comestible. Por ejemplo, podéis encontrar pasteles de chocolate vegano, o de zanahoria y especias, estos sin gluten y sin lactosa. Aunque precisan que trabajan para el intolerante, no para el celiaco. Magdalenas, tiramisús, melindros, galletas... para montar meriendas que harían morir de envidia a cualquier tía burguesa de las de misa y tortelito.