Los mejores restaurantes cerca de la playa de Barcelona

En la Barceloneta, en la planta cuarta del Museu d’Història de Catalunya, encontramos un terrado que ofrece una de las mejores vistas de la ciudad. El restaurante lleva el nombre del año en el que se proyectó el edificio del Museo, 1881. Es del grupo Sagardi y su cocina es con productos locales y mediterránea. No podía ser menos, ya que el espacio está presidido por la vista del puerto de Barcelona y con Montjuïc en el horizonte.

El 7 Portes es uno de los restaurantes más antiguos de Barcelona y uno de los lugares de referencia en cuanto a buena cocina tradicional de nuestra ciudad. A la hora de elegir qué plato es el más representativo de esta casa, afloran las dudas: los canelones trufados de fiesta mayor se pelean con los arroces de temporada y las sartenes. Pero no hay que llegar a este punto del recetario catalán para ver la buena cocina en el 7 Puertas: unos 'sencillos' buñuelos de bacalao se vuelven un bien preciado en la mesa del comensal.

Un lugar incomparable para una cena al aire libre junto al mar, con terraza de madera con gradas y olivos centenarios que enmarcan un sitio para comer agradable. La comida es de un sabor italiano moderno: mini-pizzas exquisitas, ensalada de rúcula con jamón y un huevo ligeramente cocido, atún con risotto negro de oliva y todos los deliciosos postres que esperaríais encontrar: Panna cotta, tiramisú y sorbete de limoncello. Los fines de semana hay DJ lleva y las bebidas se sirven hasta las 2 am.

En Can Ros encontraréis alta cocina de espíritu popular que sobresale en los arroces. Un brutal arroz de capipota con langostinos, sofrito de horas y ñoras, colágeno y caramelo puros pegados a un grano greñal impecable, o una fideuá de marisco con trompetas de la muerte inolvidable. Platos como el tocino con judías de Santa Pau y jugo de asado justifican la visita. Tapas de las buenas a precios de amigo, un servicio cercano, un menú de mediodía donde poder comer arroz para uno... Los postres de la casa también son de antología. En fin de semana la reserva se hace obligatoria. 

Buen ejemplo de cómo el típico restaurante marinero ha sabido renovarse sin perder su razón de ser. Continúan sirviendo arroces y cocina marinera, pero dan un toque moderno y refrescante que consigue hacernos salivar cuando aún inspeccionamos la carta. Platos entre la tradición y la modernidad que se basan en el producto fresco y de temporada, ya sean de mar o de la tierra. Grabado en nuestra memoria tenemos el arroz de butifarra negra y erizos... Y la terraza junto a la arena... Ay!

En el Street Tacos una pizarra muestra los tacos hechos con verduras, carnes y pescados ecológicos: el Taco y Olé, con calamares a la andaluza con pico de gallo y crema agria; el Taco de la Huerta con berenjena asada y pico de gallo; el Taco Árabe de paletilla de cerdo marinada al estilo de Puebla con guacamole y jalapeños; el Kill Bill de cerdo en achiote a baja temperatura con crema agria y cilantro; y el Fish’n Taco de merluza empanada con crema agria y cilantro. Tradición del DF con un toque de autor, espíritu mediterráneo y diseño molón. 

Barceloneta versus Cerdeña. En Can Sardi triunfan los calamares con brócoli, el bonito con corteza de 'pane carasau' y la especialidad: las sardinas. Las hacen a la brasa (por 8 euros), en escabeche y, si tenéis suerte, quizá las encontráis ahumadas con burrata.

El Sopapu es un bar de tapas de la Barceloneta como Dios manda El capipota es canónico; de aquel rojo llamativo que te abre el apetito, con un equilibrio perfecto entre gelatina y carne. Las bravas bien, gracias. Y las bombas, en lugar de ser de carne, son de pulpo (trinchado y guisado, no a la gallega, bien buenas).

Es uno de los grandes clásicos locales de tapas de la Barceloneta. A parte de ser uno de los lugares de referencia en los que tiran bien la caña en Barcelona, también disfrutarás de tapas de siempre como bravas, pimientos de Padrón, ensaladilla, y otras más marineras como gambas, almejas y chipirones, como debe ser en un histórico barrio de pescadores. El plato estrella y que arrastra muchos adeptos entre la clientela es el filete con foie. 

El mar en los fogones de un dos estrellas Michelin es emoción pura en cada bocado. Paco Pérez transporta desde el cabo de Creus hasta la capital catalana sus creaciones ingeniosas basadas en el pescado y el marisco, y maravilla a los comensales con delicias como las alpargatas desnudas en fricandó y un arroz meloso de bogavante que te hará caer de culo. Desde el Hotel Ars, os comeréis el Mediterráneo tal como la entiende Paco Pérez y alucinaréis de todos los matices creativos que aporta este gran chef.

Proyecto del chef Carles Abellán con el cuerno puesto en el pescado y su cocina. Ahora La Barra de Carles Abellan ocupa lo que era el restaurante Bravo, y el comensal puede sentarse en taburete o mesa, y disfrutar de una de las mejores terrazas de la ciudad. Podréis disfrutar de barbaridades como la caballa lacada con arroz, las kokotxas a la brasa con su pil-pil o las ostras fritas con huevas de salmón, y también platos de porducto noble y un sabor que es un cachete de placer, como el erizo de mar con huevo y caviar.

Las chicas de La Carioca se han especializado en tapioques: empezaron a cocinar masa de yuca por el mundo con un food truck. Os recomiendo la Brasil: un potente bocado de ternera deshilachada con plátano y tomate en rodajas. Haced descubrimientos gastronómicas como el queso coalho y las caipirinhas gourmet, que no tienen nada que ver con las de la lima machacada. Su segunda ubicación ha llevado el concepto de local de los callejones de la Barceloneta en el Palau de Mar: su estilo saludable amplía en un local que permite hacer brunch, tapas, cócteles y música en vivo.

La Cova Fumada es un fenómeno que supera el ámbito gastronómico. A las 15 h cierran las puertas. A juzgar por el volumen de gente que concurre es, seguramente, la mejor. Pero damos fe: mezcla magistral de patata y carne con salsa picante y alioli. Ligera, no cansa. Nos encantan los garbanzos con calamares, el capipota, las sardinas... Compartes mesa con desconocidos y hay buen ambiente, como en las mejores tabernas.

Cuando un restaurante se define como 'bodega gastronómica y tasca marinera', el consumidor ya se puede oler que va por buen camino. Un camino relleno de tapas de pescado recién llegado de la lonja, vermuts fresquitos, ensaladilla, tortillas de patatas y otros sueños húmedos de muchos de nosotros. La Peninsular pretende fomentar una cocina sana, justa y ecológica. Por este motivo, en esta casa sólo se trabaja con ganaderos, agricultores o pescadores de la comarca, y el local dispone de la acreditación Km 0.

Con el estilo al que nos tienen acostumbrados los del grupo Tragaluz, el escenario marítimo inigualable y una cocina sencilla a base de pescado fresco a la parrilla, arroces y ensaladas, este chiringuito de lujo, situado a los pies del mastodóntico hotel W, parece querer hacer un homenaje a los auténticos establecimientos preolímpicos, ante el que uno se plantea si tiempos pasados ​​fueron mejores o si las cosas simplemente deben cambiar. Música y gente cool.

Este local de la Barceloneta es un referente del barrio desde hace muchos años. El espacio se ha renovado con una carta que recoge los platos emblemáticos de su historia y que cambia semanalmente con producto estacional, ecológico, fresco y de la máxima calidad. ¿Qué comer en el Somorrostro? Principalmente, peces de lonja (la sepia a la brasa es deshace en la boca), mejillones al vapor, ostras, gambas, y platos que rompen con el mar, como cebiche de pato, milanesa de lengua de ternera y flor de calabaza rellena de queso de cabra.

La Torre d'Alta Mar es cocina mediterránea y de pescado con toques modernos. Hay que decir que subir langostas, aceite y vinos a 75 metros de altura no es fácil ni barato, así que intentad llevar el bolsillo lleno cuando pidáis la cuenta. Otra opción más económica es reservar entre semana y disfrutar de su menú de mediodía con dos entrantes y un plato principal. Trasladar el glamour del emplazamiento del restaurante se convierte en platos como el cochinillo ahumado o una merluza al pil-pil con una cubierta de plancton.

De entre todas las posibilidades y versiones del suquet de pescado, os proponemos las versiones del centenario restaurante Can Solé. Aquí les gusta hacerlos de rape, con la salsa espesita, y acompañados de almejas o de gambas. Aquí el suquet de pescado deja muy atrás sus orígenes humildes para convertirse en una verdadera joya gastronómica.

Una de las pocas terrazas en la playa. Excelentes pescados, arroces -especialmente con langostino- y 'tataki' bien hecho por el chef ibicenco Jordi.

Delante del mercado de la Barceloneta, Caballa Canalla presenta un abanico interesante y diferente de oferta gastronómica y lúdica. Puedes disfrutar de tapas y platos elaborados con productos buenos y frescos provenientes del mercado vecino, además de coctelería y vinos. Puede probar el cochifrito, un plato castellano por excelencia preparado de manera exquisita. Los mejillones sorpresa y el bacalao con muselina de ajo y espinacas son otros de los platos sólidos de la carta donde predominan los arroces, los pescados y mariscos.

Si vais desesperados buscando arroces auténticos por la Barceloneta, ¡pararos en ella! Os diremos un secreto: hacen probablemente uno de los mejores de la ciudad. Pero es que, además, os habréis topado con una de las cocinas marineras más excelentes del barrio. Cada día van a buscar a la lonja el pescado que sirven. Los postres son de aúpa: crocante, crema de yogur con sorbete de manzana verde, pastel de limón con helado de queso de cabra, y sobre todo, la espuma de crema catalana. ¡No la pueden quitar de la carta!

La especialidad homónima de la casa sacia al más escaldado: Aperol, zumo de naranja, limón y cava, servido en copa de balón, 6 €; aunque también te puedes tomar un café shakerato, con licor de cacao y azúcar, por 4,5 €. Si te entra hambre, siempre tendrás a punto una focaccia, una piadina o una pizza, con productos italianos como el speck, este jamón ahumado y especiado tan bueno típico del norte del país (aunque la hamburguesa la hacen con ternera del Pirineo leridano). 

En El Nou Ramonet destacan la coca de sardinas con tomate seco y sofrito de berenjena y cebolla dulce, los buñuelos de bacalao al pil-pil o el mar y montaña de meloso de ternera y gamba blanca; la sopa de pescado con huevo escalfado, pan tostado y alioli, o los garbanzos con 'morcilla' de pescado a la cazuela. Sus arroces y paellas siguen siendo un referente fiel de la saga, según pudimos comprobar. Además, añaden una nueva carta que introduce nuevos arroces, canelones y carnes. 

Taberna pescadora de la Barceloneta donde a medida que el pescado fresco entra por la puerta se van haciendo los pedidos. Hay dos formas de comer los ejemplares: fritos o a la plancha con ajo y perejil. Por 10 euros se come; por 20 tienes un festival.

Este sencillo local tiene tanto éxito que siempre está lleno y abre sólo los mediodías. Es normal, ya que, además de sus trabajados arroces, ensaladas y otras golosinas del mar, tiene una de las terrazas mejor situadas de la Barceloneta. Y sin ningún tipo de etiqueta, con manteles de papel y ambiente desenfadado. Para nosotros este es el auténtico espíritu chiringuitero de la vieja Barceloneta. Arroz, vino blanco, brisa y sol primaveral y aquella lagrimita de felicidad que nos rueda por la mejilla.

Las hamburguesas, tártar de atún, sándwiches, ensaladas, nachos y pasteles que factura la cocina son brutales, una muy buena recompensa si has estado corriendo cerca de la playa o pedaleando como un animal por el paseo Marítimo. Los cócteles de la casa también son para quitarse el sombrero así que también tenéis que ir de noche. Lo mejor del local es su megaterraza: un espacio tocado por la mano de Dios a pocos metros de la playa.

Buen ejemplo de cómo el típico restaurante marinero ha sabido renovarse sin perder su razón de ser. Continúan sirviendo arroces y cocina marinera, pero dan un toque moderno y refrescante que consigue hacernos salivar cuando aún inspeccionamos la carta. Platos entre la tradición y la modernidad que se basan en el producto fresco y de temporada, ya sean de mar o de la tierra. Grabado en nuestra memoria tenemos el arroz de butifarra negra y erizos... Y la terraza junto a la arena... ¡Ay!

Padre del Nuevo Ramonet, La Fresca y La Vinoteca, Can Ramonet sigue siendo la taberna insignia del grupo. Es la casa de los buenos arroces de toda la vida. Encontraréis éxitos de siempre como el arroz negro y la fideuá. Una de las nuevas propuestas es un sabroso y meloso arroz de rabo de buey con la atrevida intervención de mejillones, una apuesta arriesgada de óptimos resultados. Comeréis clásicos como callos con garbanzos o caracoles guisados. El menú diario, que es asequible, tiene una propuesta quizás algo más atrevida pero que se corresponde con el barrio marinero. 

A diferencia de otros sitios de la Barceloneta que huyen de la identidad marinera para atraer a aquella clientela que simplemente los frecuenta porque son más baratos, el Filferro ofrece una muy digna oferta culinaria. El pan es del horno Baluard, que se ha convertido en un referente popular y de la restauración local. El ambiente es del que antes se denominaba de "jóvenes profesionales", pero que ahora, más que una casa fruto del liberalismo, parece una especie en peligro de extinción.

Arroces de los de toda la vida en primera línea de mar. Mixto, paella, además... Es uno de los restaurantes del grupo Tribu Woki. Una arrocería con estilo y cocina bien trabajada. Despuntan el arroz aparte con pulpo y alioli, la paella de arroz bomba, terminada con una picada, y la controvertida paella de verduras ecológicas (paella vegana?).

El Cheriff es uno de los restaurantes que pugna por ser donde se hacen las mejores paellas de Barcelona. No sabemos si es el mejor, pero están en el 'top ten' de las paellas sin duda. Y mucha gente se atreve a decir que hacen las mejores de Barcelona. Sus paellas de pescado son antológicas, y si queréis daros un capricho, pedid la caldereta de langosta.