Si el Santo Grial de la brava tradicional es el bar Tomás, el alfa y omega de la contemporánea es el San Antonio Gloriós, un bar de alta tapa que hacía falta en el barrio. Fran G. Manduley, cuando esto era el Bohèmic, consiguió la fórmula secreta de las bravas más copiadas –nunca igualadas– de los últimos quince años en Barcelona: aquellos exquisitos dados fritos y aliñados con una salsa secreta, en que un alioli ahumado difícil de definir se hermana con una salsa de tomate casi carnosa y dulce, cercana a la mermelada. En todos los lados hacen imitaciones bastante buenas: no las rechaces, pero antes métele caña a estas y luego compara.
Nos atrevemos a escoger las mejores raciones de patatas bravas de Barcelona. Los puristas se decantarán por las recetas que pasan de generación en generación de los bares de toda la vida, mientras que muchos descubrirán nuevas fórmulas innovadoras, pero igual de deliciosas. La brava es deliciosa, pero en cantidad puede saturar: si pasáis mucho de patatas bravas, aquí tenéis un apetecible listado con la otra tapa reina del bar: la mejor ensaladilla rusa.
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